Iniciamos la caminata por una carretera, que comunica San José del Salado con la cabecera municipal de Dagua.

Al frente de una casa esquinera, sobre la zona verde estaba una valla metálica y dos banquitas de concreto decoradas, en la que leímos: San José del Salado Tierra de Paz, que se puede entender como un manifiesto de los deseos de los habitantes de vivir en paz permanente, después de padecer tiempos aciagos, en los que soportaron la acción de actores violentos.

El pequeño grupo comenzó la caminata con alegría y con deseos de recorrer el largo camino, con paso firme: Nancy Consuelo y Edelmira con camisetas verdes de Picoloro, Yolanda con camiseta azul y mangas rosadas, María Eyna con camiseta blanca, Gloria con camiseta naranja, Sergio el guía con camiseta gris y pantaloneta roja, y yo con camiseta roja y mangas blancas; todos cargando las mochilas y apoyados en los bastones.

limonar dagua valle del cauca picoloro ecoturismo

La carretera por la que caminábamos era destapada pero bien compactada, recubierta con cascajo y con canales de drenaje a los lados, y a su vera se iban sucediendo las casas fincas, separadas por amplios solares, unos cultivados y otros empradizados en donde pastaban caballos, con sus frentes separados de la carretera por cercos, muros y antejardines.

Entre las casas que íbamos encontrando me llamaron la atención algunas: Una de material con 5 portales de arco amarillos, que daban acceso a las puertas y dejaban espacio para un corredor interior; un techo de teja volado sostenido por postes de madera incrustados en columnas truncadas unidas por un muro bajo que encerraba un pasillo y la separaba de la calle; una casa blanca con la mitad de su fachada construida con tablas paradas y la otra mitad con calados geométricos; y otra casa grande pintada de blanco, con 5 ventanas pequeñas y una puerta y techo de zinc, su fachada sucia y el pasto crecido a su alrededor, indicaban que era una casa abandonada.

A medida que avanzábamos y el tiempo trascurría, en una mañana esplendorosa con el cielo azul matizado por grandes nubes redondas y blancas, el paisaje se iba librando de las casas y nos permitía ver a la derecha y abajo, una amplia cuenca ondulada con lomas cubiertas de pastos de color pardo y hondonadas llenas de cañas bravas con sus penachos blancos y de guaduales con sus grandes tallos inclinados, con numerosas hojas filamentosas.

limonar dagua valle del cauca picoloro ecoturismo

En las lomas y en las hondonadas se destacaban los techos de las casas. A la izquierda después de una amplia pradera se levantaba una montaña longitudinal con un pinar en su cumbre.

Nos detuvimos en La Chulí una pequeña y preciosa casa separada de la carretera por un cerco de alambre de púa, el dueño parado detrás del cerco nos saludó amablemente y nos señaló con el dedo el pinar en lo alto de la montaña y nos explicó: dentro de poco van venir los trabajadores de la fábrica de cartón, construirán una vía rápida, cortaran los pinos, los bajaran por esa vía y los llevaran hasta la fábrica; gran parte de los bosque nativos de esta región, han sido talados para plantar pinos con fines utilitaristas, por eso gran parte del paisaje se ve deforestado y árido.

Continuamos caminando y nos encontramos, con una señora que caminaba alegre, sosteniendo 2 grandes hojas de plátano para hacer tamales; y seguimos viendo: al lado de la carretera una casa con un portal de arco vivo de pino y al pie un aviso que anunciaba que la alquilaban para eventos; otra casa en venta con su aviso que decía: vendo mi finquita “nuestro sueño”; se destacaba la capilla de la vereda, de arquitectura sobria y bien construida con ladrillo a la vista, su fachada de dos cuerpos a los lados con vacíos en forma de cruz y un cuerpo central con una puerta grande con un arco en su parte superior y encima el campanario y un dintel triangular que sobrepasaba los otros cuerpos y sobre él una cruz de alambre y finalmente vimos a un lado de la carretera un depósito de chatarra a la vista: neveras y armarios metálicos.

limonar dagua valle del cauca picoloro ecoturismo

Más adelante a la izquierda se extendía una hondonada cubierta de pastos y algunos árboles y se destacaba un cultivo de tomate enmarcado por un cerco de tela azul rectangular; más adelante, vimos un conjunto de casas dispersas, correspondientes a la vereda El Limonar.

EL PANDEBONO

Llegamos y nos paramos frente a un portón metálico grande protegido por un tejadillo, encima del portón estaba el nombre Hacienda El Bono y enseguida un aviso: se alquila para eventos. Esta hacienda está inscrita en la historia del origen de uno de los productos de panadería más famosos y sabrosos, que hace parte del repertorio del mecato vallecaucano y más propiamente caleño: el pandebono.

Los diversos relatos de la tradición oral y los registros históricos sobre el origen del pandebono, confluyen en esta hacienda del bono; pero la fecha o el momento no ha sido registrado con precisión, se calcula que puede haber ocurrido hace unos 80 o más años.

Cuando la hacienda El Bono era productiva y no recreativa (como ahora) y sus dueños eran persas, “Genoveva la matrona cocinera buscando darle mayor valor alimenticio y sensorial y también mayor consistencia al pan tradicional, le agregó almidón de yuca, maíz y queso”, para ofrecérselos a los jornaleros de la hacienda que trabajaban en los cafetales y en la ganadería, lo podían cargar en sus mochilas y comérselo con café, en los descansos de sus duras jornadas.

Este producto salió de la hacienda en los canastos de las señoras, que lo vendían con el nombre de pan de la hacienda del bono, en puestos de venta improvisados al borde de la carretera y que los trabajadores y viajeros lo compraban y así su fama llegó hasta Cali, que lo adoptó como un producto propio.

La gente que lo consumía con sumo deleite, fue abreviando su nombre original, ahorrando letras hasta llegar a nombrarlo con la palabra actual: pandebono.

EL LIMONAR

Continuamos la caminata, pasamos sobre un puente la quebrada La Española.

Al otro lado del puente nos esperaba una gran valla amarilla que nos informaba de un “proyecto de rehabilitación comunitaria, cuenca quebrada la Española, sitio de mayor integridad ecológica de Dagua, como experiencia para replicar. Caracterización biológica” y abajo sus patrocinadores: PNUD (Naciones Unidas) y ACODECAS. Esta valla hace notar el interés y el empeño de proteger los ecosistemas naturales sobrevivientes y recuperar los perdidos.

Subimos una cuesta corta y llegamos al caserío del Limonar, al fondo al lado de la carretera vimos otra gran valla que ilustraba sobre otro proyecto importante de conservación del bosque seco tropical, característico de esta región que decía:

“Usted está entrando al bosque seco tropical protegido por sus habitantes, para el bienestar de todos” enseguida estaba pintada con letras grandes y centradas: ZONA DAGUA. Luego aparecían pintados: el mapa del departamento del Valle con la ubicación del municipio de Dagua y otro mapa del municipio dividido en sus corregimientos y veredas: vereda Chircal pintada de rojo; vereda Catorce de verde; vereda el Tablazo de verde; corregimiento El Limonar de verde y corregimiento Santa María de rojo.

Los rojos son las áreas generales del proyecto y las verdes áreas con herramientas de paisaje. Al final estaban los patrocinadores: el Instituto Humboldt, la CVC, Paisajes Rurales 10 años de la PNUD.

La valla remata indicando el objetivo del proyecto: “Proyecto uso sostenible y conservación de la biodiversidad en “ecosistemas secos” Esta información indica que hay un proyecto, muy importante, para proteger los ecosistemas de la región, respaldado por instituciones importantes con apoyo de la comunidad.

Continuamos caminando por la carretera de tierra roja y pedregosa, pasamos a un lado del cementerio que se distinguía por una cruz que emergía del suelo y se veía a través de un portal.

A los 15 minutos nos desviamos a la izquierda y proseguimos por un sendero empinado y pedregoso, que ascendía por un pliegue montañoso; abierto en medio de un terreno árido con una vegetación pobre, entre la que se caracterizaban los fiques o cabuyas, con sus hojas verdes, abiertas en diferentes direcciones, grandes, gruesas, con sus bordes espinados y sus terminales puntiagudos que emergían desde el suelo y algunas exhibían sus flores en forma de largos bastones.

Después de unas 4 horas de caminata nos detuvimos en la parte alta de la montaña para mirar el paisaje, abajo se expandía la amplia cuenca ondulada, rodeada de montañas cubiertas de nubes blancas, en la que se veían las casas de las fincas con sus cultivos y distinguimos el cementerio aposentado sobre una loma, que la ocupaba en forma circular y la concentración escolar una construcción grande de un piso pintada de azul.

EL BOSQUE DE SANTA MARIA Y EL PINAR

En la parte más alta, las nubes viajeras rozaban las faldas de la montaña y la vegetación se veía más verde y tupida.

limonar dagua valle del cauca picoloro ecoturismo

Ya en su cima, sentimos la agradable frescura del clima debido a la humedad que nos ofrecían las nubes trasportadas por el viento, que nos acariciaron, llevándonos a un estado de placidez y abajo a la derecha, vimos la falda de la montaña, tapizada por un prado y con árboles, que descendía hasta un depresión en forma de un pequeño valle ocupado por un espeso bosque nativo: el bosque de Santa María, un oasis de verdor, frescura y de vida que interrumpía la aridez del territorio por el que habíamos caminado.

Después del bosque y más arriba aparecía un bosque de coníferas y un guadual.
Descendimos hasta el fondo, ingresamos al bosque y nos recibió una cristalina cascadita, que precipitaba sus aguas desde lo alto de una gran roca, creaba un charco y originaba una quebrada.

Nos detuvimos un momento para gozar de esta maravilla natural y reiniciamos la caminata, ascendimos por la falda de la montaña que limitaba el vallecito y luego descendimos y llegamos a un humedal que pasamos con dificultad y al final nos encontramos con un bosque de coníferas, los pinos erguían sus troncos rectos de los que brotaban sus ramas horizontales con sus hojas filamentosas y bellotas.

limonar dagua valle del cauca picoloro ecoturismo

Se notaba que era un bosque sembrado porque los pinos formaban hileras uniformes y estaban separados por distancias iguales y su piso cubierto por las hojas desprendidas de los pinos formaban colchones, en algunos lugares se notaba la tierra amarilla y matorrales; Nos detuvimos allí un rato para descansar y a almorzar.

En este bosque de pinos no existían fuentes de agua, ni quebradas y tampoco vida animal, este pinar comparado con el bosque de Santa María, lleno de vida que habíamos dejado atrás, era un bosque sin vida interior.

EL CAÑON DEL DAGUA

Salimos del bosque de coníferas, para continuar con nuestro recorrido por un camino abierto sobre el filo de la montaña, sin cubierta boscosa y soportando el intenso sol.

Nos topamos con un cultivo de piña, organizado en surcos, con sus pequeñas plantas y sus hojas verdes, duras y lanceoladas, que brotaban del suelo.

Más adelante a la izquierda observamos una grieta profunda y amplia, que separaba dos grandes pliegues montañosos, que configuraba el cañón del Dagua, que tuvo su origen, en una remota época geológica, cuando se escindió y se hundió un bloque del tronco montañoso originario, dividiendo la antigua montaña en los dos pliegues.

Luego las corrientes de agua provenientes de la lluvia, se escurrieron por las faldas de las montañas hacia el fondo del cañón y dieron origen al río Dagua; que lo recorre trasportando sedimentos colmatando el cañón y creando los suelos, sobre los que esta cimentada la agricultura de la región.

Dagua urbana a la vista

Proseguimos por un sendero profundo, pedregoso y muy inclinado por el que descendimos hacia Dagua urbano. Desde el sendero divisamos la ciudad, en el fondo del cañón, la veíamos muy lejana, como un abigarrado conglomerado urbano blanco, disperso con lomas y zonas verdes intercaladas.

limonar dagua valle del cauca picoloro ecoturismo

También vimos la curvilínea carretera a Buenaventura, que descendía desde lo alto de la montaña hasta Dagua.

Entre más bajábamos la imagen de Dagua se iba acercando, hasta que íbamos distinguiendo la cuadrícula urbana, con sus manzanas llenas de casas y de edificios separadas por las calles y carreras, entre ellos se destacaban los grandes cilindros de los silos de Harinera del Valle.

A las 5 de la tarde, después de caminar 21 kilómetros en 10 horas, entramos en la ciudad por una calle pavimentada y paramos frente a una casa color azafrán, separada de la calle por un muro vivo y bajo que limitaba un jardín, sobre el que se levantaba una armazón rústica de guadua, que sostenía una veranera llena de flores rosadas.

Nancy, María Eyna y Gloria se sentaron en un muro dentro del jardín a descansar, en ese momento salió la señora de la casa las saludó y dieron comienzo a una animada conversación, como si fueran amigas desde hace tiempo. Los demás nos sentamos en el cordón de la calle, allí teníamos la cercanía de la planta de Harinera del Valle y la pudimos observar detalladamente.

DAGUA Y EL FERROCARRIL DEL PACÍFICO

Nos reincorporamos y continuamos bajando por la calle. Nos encontramos una carrilera ausente de trenes, a un lado funcionaban varias cantinas y restaurantes donde se veían grupos de personas que le daban la espalda a la vía férrea.

Pasamos por encima de los rieles y caminamos por una calle pavimentada hasta llegar a un parque lineal con el piso de losas de concreto, cobijado por la sombra de un frondoso árbol y con una pequeña zona verde cuadrada, con la estatua blanca de la virgen en el centro. El parque estaba en una parte alta, reforzada por un muro de contención y tenía una baranda metálica, desde la cual se veía abajo un alargado terreno plano.

Desde la baranda observamos abajo 2 carrileras y el edificio que fue la estación de ferrocarril del pacifico. La estación era una casa rectangular grande sobria y sólida, de una planta con paredes altas, sin adornos; su fachada estaba pintada de rosado y su zócalo de café; tenía 5 ventanas, una puerta y 7 claraboyas en su parte alta y un techo de eternit. Se notaba que no estaba abandonada sino bien cuidada y en uso, que no sería el original.

La construcción del Ferrocarril del Pacífico, que se inició en Buenaventura llegó a Dagua en 1905, a Cali en 1915, avanzó a Palmira en 1918, a Buga en 1922 y llegó hasta La Felisa Caldas y otro ramal se extendió hasta Popayán.

Su construcción fue aprobada por el gobierno central en 1872 y se inició en 1878 y se concluyó 20 años más tarde. El ferrocarril del Pacífico fue el vínculo vial que unía la zona cafetera, Cali y el puerto de Buenaventura, que trasportó los bienes de exportación principalmente el café y los de importación, como maquinaria y otros.

El ferrocarril del Pacífico fue de suma importancia para el desarrollo económico y social del departamento del Valle del Cauca. Para Dagua fue un ícono en su historia, que determinó su crecimiento económico y demográfico; por esa razón en su escudo figura una locomotora.

La construcción de la estación, de las bodegas y talleres del ferrocarril, originó el caserío de Caldas, que después se unió con el caserío de Remedios constituyendo el casco urbano del municipio. El 20 de julio de 1909 se considera convencionalmente, la fecha en que fue fundado el municipio de Dagua por Adán Cordobés Córdoba y Espíritu Santo Potes.

Seguimos caminando y llegamos finalmente a un agradable barrio, en el que sentía la frescura que emanaban los grandes árboles y jardines. Arrimamos a una casa en la que se vendían helados de frutas naturales, cada uno compró el suyo y los disfrutamos con deleite. Satisfechos con los helados, nos dirigimos a la terminal para abordar el bus para regresar a Cali.

por OMAR SALINAS HERNÁNDEZ
Picolorense

REFERENCIAS

Luis Orozco Fonseca. Análisis de la situación de los flujos comerciales (importaciones y exportaciones) por el puerto de Buenaventura, generado por la dinámica de la APEC.

Centro Virtual Isaacs. El Ferrocarril del Pacífico.

Patricia Aley. Torre de Dagua, un tesoro sin guaca. Disponible en El Tiempo.

Origen del pandebono valluno; Disponible en Cali escribe.

René Huertas. Torre Mudéjar en San José del Salado. Disponible en Picoloro Ecoturismo.