La crónica que leerán a continuación, es la primera de tres, de una salida que realizamos al municipio de Versalles y al cañón del Río Garrapatas, del 22 al 24 de Mayo de 2004, con el Grupo de Caminantes de Coomeva Cali.

Entusiasmados y optimistas para emprender el viaje hacia el municipio de Versalles, situado en el norte del Valle del Cauca a 193 klómetros de Cali, nos reunimos en la sede nacional de Coomeva ubicada en la avenida pasoancho, antes de la 7:00 am, los siguientes caminantes: Efraín, Cielo, Zoila, Luz Elena, Vicky León, Lidda, Héctor, Gloria Esmeralda, Octavio, Diva, Doris y Omar, y los guías Edilma y Néstor.

Después de diligenciar los formatos para exonerar a Coomeva de responsabilidades, partimos en la buseta conducida por Manolo, y en la sede norte de Coomeva se recogió a Luz Estela.

CARRETEANDO POR EL VALLE DEL CAUCA, DE CALI A VERSALLES SE PARA EN LA UNIÓN

Salimos de Cali y avanzamos por la antigua via a Yumbo. Al pasar por Menga y Arroyohondo vimos a lado y lado de la vía numerosas discotecas, moteles y algunas factorías industriales. Al parecer Yumbo cada vez esta más motelizado y menos industrializado.

Soslayamos el casco urbano de Yumbo, y tomamos la vía Panorama, amplia cinta gris que se extiende hacia el norte entre el piedemonte de la Cordillera Occidental y el Río Cauca.

Pasamos por los cruces de los corregimientos de Mulaló, el pueblito Vallecaucano que tiene que importar los chivos de la costa atlántica para celebrar su fiesta y el de San Marcos de los cultivos de cebolla y hortalizas. Continuamos por los municipios de Vijes, pueblo de la cal y de Yotoco, en donde obsevamos los grandes estanques de agua dedicados a la pesca deportiva.

En Mediacanoa bordeamos la laguna de Sonso, luego seguimos hacia el norte por la prolongación de la vía panorama trazada sobre el piedemonte de la cordillera en la banda izquierda del Río Cauca. La buseta rodó solitaria por el suelo de los municipios de Riofrío, Bolívar y Roldanillo, y llegamos al municipio de la Unión aproximadamente a las 10.30 am.

VISITA A LA FACTORÍA DE VINOS LA RIVERA

Nos detuvimos en la factoría de vinos de La Rivera, una de las empresas del grupo Grajales. Después de desayunar, iniciamos la visita al interior de la planta orientados por Claudia, una de las guías de la empresa.

Al entrar, leí el siguiente texto escrito sobre una pared: “Esta empresa es propiedad de Jesucristo. ¡Quien conspirara contra ella lo hará sin Él, y delante de nosotros caerá!” Al escucharme la guía me respondió: los dueños de esta empresa siguen siendo los Grajales, el texto que leyó, así como los otros que encontrará en el recorrido, son la expresión del acendrado carácter cristiano de la familia Grajales.

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Para conocer la cadena productiva de los vinos, iniciamos el recorrido en la máquina que recepciona la uva y en el tornillo sin fin que la transporta a la despalilladora, lo continuamos por otras secciones hasta que llegamos al salón de los grandes toneles que guardan el vino recién procesado. Ingresamos a las cavas de la viña: un recinto con techo bajo, semioscuro, semihúmedo y caluroso en donde se guarda el vino en barriles de roble para su añejamiento.

Al entrar, a la izquierda, vimos un nicho encerrado por una reja de hierro, en el que se encuentran protegidos los “testigos“: muestras de la primera producción de vino, envasados en botellas que reposan en un mueble, inclinadas con el corcho hacia abajo. La empresa guarda celosamente los “testigos”, con el fin de aclarar la calidad de sus vinos, en el caso de un conflicto o de una falsificación.

Luego penetramos en el museo de la empresa: dos saloncitos, que excibían en sus paredes las fotos de los fundadores, de los gerentes de la empresa con presidentes de la república; de las primeras instalaciones industriales y de los cultivos iniciales y una maceradora artesanal de uva.

Al observar una fotografiá expresé algo, cuyo recuerdo se borró por el golpe de voz que recibí de las mujeres unidas: ¡cállese, deje oir a la guía! La guía continuó explicando: el vino Don Gerardo es el más añejo, es la insignia de la empresa y lleva el nombre en honor de Don Gerardo Grajales y es generoso. Octavio en su afán de ilustrarnos, explicó que la palabra generoso se refiere a los vinos de buena calidad, no pudo continuar porque fue interrumpido tajantemente por las mujeres: ¡no, Octavio estás equivocado, la palabra generoso se refiere a la bondad de Don Gerardo!

Omar y Octavio quedaron apabullados por las mujeres, que impusieron su dominio por ser mayoría en el grupo (once mujeres contra cuatro hombres) o por estar unidas, dándonos a los hombres una leve demostración de lo que podría ser un matriarcado despótico.

Continuamos la visita a las demás secciones de la empresa hasta el producto terminado. Nos detuvimos en el kiosko de la degustación, la guía nos ofreció copitas de vino blanco, los caminantes y sobre todo las caminantes reclamaron vino tinto, el grupo volvió a excitarse (ya lo habían hecho varias veces antes), hablaban y se reían estrepitosamente, formaban toda una recocha, interumpían a la guía, a quien se le notaba su enojo y contenía la respiración para no explotar, pero esta vez no se pudo aguantar y respondió ¡Ustedes son unos atacados!

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A pesar del regaño el grupo continuó por los viñedos y otras dependencias: Un agradable olor a frutas nos llevó hasta la procesadora de pulpa y de jugos de frutas y a la comercializadora de frutas, que son las otras empresas del grupo Grajales. El recorrido terminó en el kiosko de visitantes en donde la guía nos obsequió un racimo de uva a cada uno.

VERSALLES VALLE DEL CAUCA

A la 1.30 de la tarde remontamos en la buseta la cordillera occidental por una estrecha y curvilínea carretera, en dirección al saludable municipio por la paz de Versalles, situado a 1.860 msnm, con una superficie de 352 kms y una temperatura promedio de 16 ºC, fundado en 1894 por Julián Ospina y Telmo Toro, pioneros de la tardía colonización antioqueña al norte del Valle del Cauca.

A las dos de la tarde entramos al casco urbano de Versalles, construido sobre la cuenca cordillerana del río Patuma, circundada de montañas, que se abren permitiendo un ligero descenso hacia el norte.

Versalles Valle del Cauca Picoloro Ecoturismo

Versalles es una pequeña ciudad que abraza la tierra ondulada en que se asienta, con su malla de vías pavimentadas, que encuadran las manzanas con sus casas de 1 y 2 pisos de fachadas planas con aleros cortos y otras sin aleros, pintadas de colores claros, ocres y verdes. Sus calles columpiadas y andenes son estrechos, no tienen árboles ni prados, pero son muy limpias. Versalles alberga a unos 12.000 pacíficos habitantes, cordiales y trabajadores.

Su plaza principal es el epicentro de la vida religiosa, administrativa, comercial y recreativa de Versalles; en ella se asientan: el inmenso templo catedral con su casa cural, que guarda en su interior e incorporado a su altar, el magnífico vitral iluminado con la luz natural exterior, que es el más apreciado tesoro artístico de Versalles; los edificios de la Alcaldía y de la cooperativa de transportadores; un hotel y el supermercado; las panaderías y cafeterías; las discotecas y billares (que se encuentra en el parque y en una calle contigua).

En el centro de la plaza se encuentra el kiosko de las retretas, el monumento al pedagogo Manuel Desiderio Ospina y los únicos árboles grandes. Versalles urbano es un gran caserío cuadrículado incrustrado en la cordillera, en medio del inmenso espacio verde de sus campos potrerizados.

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Al llegar nos alojamos en el hotel turístico: un edificio esquinero alargado de dos plantas, de fachada plana y pintado de rosado. Después de almorzar y acomodarnos nos trasladamos al club social, en donde se celebraba la fiesta del educador, ofrecida por el alcalde, a la que amablemente habíamos sido invitados.

En el club fuimos recibidos cordialmente con un vaso de vino blanco. En el salón unos 20 maestros y maestras disfrutaban de la reunión: charlaban, bailaban y se tomaban unos tragos, pero no había ningún maestro embriagado, sino eufóricos y amigables. Los caminantes nos integramos al baile.

La maestra Dora se acercó a nosotros y nos manifestó que le complacía que hubieramos atendido la invitación y nos dijo: Versalles es un pueblo muy tranquilo, pero en estos días unos muchachos locos lo habían alterado levemente, pero la policía había puesto el orden, y aludiendo a las informaciones que divulgaban los medios sobre una situación peligrosa que estaba padeciendo Versalles y otros pueblos del norte del Valle, afirmó lo siguiente: que la prensa exageraba y mentía al informar que estaba ocurriendo una guerra entre narcotraficantes y que esa clase de noticias les hacía mucho daño a ellos.

Situación de zozobra

En días anteriores a esta salida los medios de comunicación informaron sobre la grave y peligrosa situación de orden social en los municipios del norte del Valle incluido Versalles. En el periódico El País del 18 de mayo de 2004 fue publicada una noticia con el siguiente encabezamiento:

Narcotráfico
Este grupo que delinquiá para alias “jabón”, sembró el terror en el norte del Valle.
400 policías “cazaron” a la banda “los rastrojos”.
Los sicarios en guerra con “los machos”, habían logrado paralizar toda actividad en las poblaciones de El Dovio, Versalles y Bolívar. Autoridades buscan una fosa común con victimas de ésta agrupación. La normalidad regresa lentamente a la zona.

El 19 de mayo de 2004, el mismo periódico reveló otra noticia, con el siguiente encabezamiento:

Narcotráfico
La organización criminal fue creada a principios del 2002.
“Los rastrojos”, amos en el Cañón de Garrapatas.

Hay un croquis del norte del Valle del Cauca y un cuadro en el que se delimitan las zonas de influencia de las 2 bandas: con puntos rojos se señalan las zonas de “los rastrojos”: banda al servicio de Wilmer Varela para custodiar sus laboratorios de droga: Naranjal, La Primavera, La Tulia, El Dovio, el Cañón de Garrapatas y Versalles.

Con puntos azules las zonas de los de “los machos”, grupo conformado por Diego Montoya para enfrentar a “los rastrojos”: Zarzal, Roldanillo y La Unión.

A las 6 de la tarde cuando la neblina envolvía las casas, potreros y bosques en las tierras más altas, que veíamos en el horizonte, regresamos al hotel.

Caminar al día siguiente o no hacerlo

Por la noche después de cenar, Gloria Esmeralda le contó al grupo: unos amigos le dijeron que la situación de orden público en la parte rural de Versalles estaba muy peligrosa y por ésta razón ella no iba a la caminata.

El grupo se preocupó con esta información y quedó indeciso, a lo que Efraín propuso que antes de tomar una decisión, escucháramos la versión que nos daría una persona de Versalles, que además nos serviría de guía.

Cuando llegó Gloria Uribe, la guía de Versalles, nos dijo que toda la zona que visitaríamos mañana está tranquila, “podemos ir con toda confianza”. También informó que no podía acompañarnos porque tenía un compromiso familiar, pero la iban a reemplazar su hermana Leadith “Leo” y su amigo Gabriel “Ballena” y los presentó al grupo.

Gabriel aclara: El área que vamos a visitar está segura, la prueba de ello es que los ganaderos visitan sus hatos y no les ha pasado nada. Gloria Uribe ratifica lo dicho por Gabriel y agrega: hemos hablado con el Alcalde y el comandante de la policía sobre la visita de ustedes y nos garantizan la seguridad para la caminata, ustedes deciden si la hacen.

Se hizo la ronda para que cada caminante expresara su decisión. Solo Gloria Esmeralda, Héctor y Lydda decidieron no ir. Los que decidimos ir acordamos: desayuno a las 7 de la mañana y salida de la caminata a las 9.

Te puede interesar leer la caminata al día siguiente por el Cañón del Río Garrapatas.

por OMAR SALINAS HERNÁNDEZ
Picolorense