Siete meses después de haber intentado la Travesía Farallones de Cali, volvería a hacerlo, esta vez con un grupo de montañistas experimentados, a quienes había conocido un año antes en el Nevado del Tolima.

¿CASUALIDADES DE LA VIDA?

A principio de 2010 inicié un proyecto de software para el Departamento de Lenguas de la Universidad del Valle, para el que comenzamos a tener las reuniones habituales de levantamiento de requerimientos. En el equipo de trabajo había una profesora que se me hacía muy conocida, pero no podía ubicar en dónde la había visto, hasta que al inicio de una de las reuniones, ella mencionó estar cansada por haber ido el fin de semana anterior a Pico de Loro.

Mi memoria empezó a hacer asociaciones, y me llevó a buscar las fotos de la excursión al Nevado del Tolima que había hecho en Abril del año anterior, y en ellas encontré la que parecía ser la profesora con la que estaba trabajando. En la siguiente reunión llevé la foto y le pregunté si era ella, y claro que sí, era la misma Martha Berdugo, experimentada montañista y excelente cocinera.

No la había reconocido de principio, porque en el Nevado del Tolima la había visto solamente unas horas, estaba cubierta por chaquetas, pasamontaña y gafas, y ahora nos habíamos reencontrado en un contexto muy diferente.

Caleños en el Nevado del Tolima

Abril de 2009, Nevado del Tolima
Martha es la de amarillo

Con esta afinidad en común, empezamos a hablar de montaña al finalizar las reuniones de trabajo, comentándole en una ocasión, del intento de Travesía Farallones de Cali que había realizado algunos meses atrás; quizás por la emoción que escuchó en mi relato, me invitó a hacer parte de la excursión que haría aquel recorrido en la Semana Santa de 2010, no me la creía.

EL EQUIPO DE TRAVESÍA FARALLONES DE CALI

Como líder de la excursión estaba Francisco Bravo, acompañándolo tres mujeres: Martha Berdugo, Ruby Belalcázar y Sandra Ferrer; estaba yo, y con consentimiento de Francisco, había invitado a Diego González y Carlos Libreros, una diferencia bien marcada por la experiencia.

Grupo de amigos en la Travesía Farallones de Cali

De izquierda a derecha: Carlos, Sandra, Diego, Ruby, Francisco, Martha y René

Francisco, Martha y Ruby eran veteranos de la montaña, seguía Sandra que ya contaba con algo de kilometraje, y luego Diego, Carlitos y yo, con más entusiasmo que experiencia.

Ellos sabían muy bien lo que afrontarían, una semana en los Farallones de Cali, nosotros podíamos imaginarlo. Comida deshidratada para alivianar peso, contrastaba con latas de atún, de sardinas y botellas con huevos, un equipo diverso, listo para una de las travesías de montaña más lindas de Colombia.

POR EL FILO DE LOS FARALLONES DE CALI

Estuvimos 7 días en los Farallones de Cali, contemplando tanta belleza, que 10 años después aún la recuerdo. La aventura inició en Peñas Blancas el Domingo de Ramos, 28 de Marzo de 2010, y finalizó en Pueblo Pance el Sábado de Gloria, 3 de Abril de 2010.

Farallones de Cali Cuenca Pacífica

Vista de la línea de Costa Pacífica
Día 5 de la Travesía

El primer día llegamos a Peñas Blancas en la chiva de la tarde, tomamos algo en la tienda y caminamos alrededor de una hora, hasta la última finca antes de ingresar al bosque, armamos carpas, cenamos, hablamos de fútbol con Diego hasta que Carlitos se aburrió, y nos acostamos a dormir. A Diego lo conocí jugando fútbol en Univalle, era un habilidoso número 10, con una zurda mágica, impredecible gambeta corta y buena visión de juego, que le habían llevado incluso, a jugar en las inferiores de Millonarios; yo estaba muy lejos de su calidad, pero tenía partidos decentes como volante de marca.

Al día siguiente tomamos camino hasta el Alto del Buey, en donde Carlitos se acordó que había dejado su chaqueta de frío abajo en Peñas Blancas; fue un momento tenso, pensó en regresar y volver a subir, pero finalmente lo que acordamos, fue que pasara esa noche, probara cómo se sentía, y si sentía frío, que durmiera con Ruby, quien estaba sola en su carpa, lo que sería la solución a aquel impase.

Paisaje y clima en la parte alta de los Farallones de Cali

Una vez se llega al filo de los Farallones de Cali, tenemos un hermoso paisaje de roca con diversas formas, todas de tamaño monumental.

En el sentido en el que hicimos la Travesía Farallones de Cali, teníamos la Cuenca Pacífica a la derecha, de la que tuvimos el privilegio de ver la línea de costa sin una nube, en el amanecer del Jueves Santo; del lado izquierdo contemplábamos el extenso Valle del Cauca y su capital.

Las nubes vienen y se van, el martes tuvimos una fuerte lluvia en la tarde durante una hora, de la que nos protegimos con un plástico grande que cargábamos, y en la madrugada del jueves granizó, los demás días estuvieron secos, estábamos en temporada de verano.

Lluvia en la Travesía Farallones de Cali

Pasando la lluvia farallonera del tercer día

Este fue el paisaje y clima que tuvimos en la Montaña, una travesía que hicimos sin ningún afán, siguiendo los lineamientos de Francisco; empezábamos a caminar entre 8 y 9 de la mañana, y le dábamos hasta las 5 de la tarde, o un poco antes.

En verano el agua escasea en la Travesía Farallones de Cali

El lunes, antes de llegar al Alto Buey recargamos agua, sin saber para cuántos días, la Montaña proveería, pero no lo hizo sino tres días después, haciendo muy pesados, sobre todo el miércoles y el jueves.

Con el cansancio normal de cargar el morral de 15 kilos, ahora el cuerpo debía responder con muy poca agua; físicamente nos debilitamos y emocionalmente llegamos a estar muy irritables; tuvimos que tomar el agua que guardan las bromelias y pegarnos de lo que escasamente quedaba en el rocas.

René Huertas irritado por la falta de agua en la Travesía Farallones de Cali

Pa que me tomás fotos así, ¿te querés ganar un golpe?

Iban siendo las 4.30 pm de nuestro quinto día en la Montaña, cuando Martha me dijo: ESCUCHE.

R: ¿Qué cosa?
M: El agua caer, yo escucho agua caer
R: (irritado) Yo no escucho nada Martha
M: Que sí, hasta aquí llegamos hoy, levanten campamento ustedes que yo me voy con René por agua, camine René, traiga las botellas
R: Bueno señora

Cuarenta minutos después estábamos debajo de una cascada, felices salpicándonos con el agua que caía, llenamos las botellas y la armonía volvió.

Todavía me pregunto cómo hizo Martha para escuchar el agua; dejamos las maletas en el filo y bajamos en dirección hacia el Pacífico sin peso por 40 minutos para encontrarla; los primeros 20 minutos ciegamente le creí a Martha, después de este tiempo empecé a escuchar el agua.

Empate con el intento de travesía realizado 7 meses antes

Al medio día del cuarto día, estábamos pasando por el cuello de Montaña que había sido el punto de quiebre de la travesía anterior, en donde desistimos seguir, porque una de las personas se había zafado el codo. Ahí paramos, comimos algo, y estaba expectante de saber por dónde seguía la ruta.

Francisco: ¿Hasta aquí había llegado no?
R: Sí Pacho, hasta aquí, ¿por dónde sigue? No le veo camino
F: Mire hacia el frente
R: ¿Vamos a escalar esa pared?

Al frente veía una gigantesca pared de roca, la cual tiene un estrecho camino inclinado a uno de sus costados, con roca de un lado y vacío del otro. Francisco nos hizo la advertencia de pasar acuclillados, con calma, y cuidado de ir a golpear la roca con la maleta, porque nos podía botar hacia el vacío. Pasando este estrecho la montaña se abre de nuevo, seguimos aferrándonos a la roca, y nos damos vuelta porque hay que subir un par de metros para estar otra vez en suelo firme.

Este día hicimos los que para mí son los dos pasos de mayor cuidado en toda la ruta, subir casi arrastrándonos por aquel camino inclinado, y antes del cuello de Montaña, descender por raíces al lado de una peña amarilla que pareciera no tener suelo.

Peña Amarilla, uno de los picos altos de los Farallones de Cali

La hermosa Peña Amarilla, luego del camino inclinado

FRASES EN LA TRAVESÍA FARALLONES DE CALI

Parce, he hablado tanto de la Travesía Farallones de Cali, que no estoy seguro de haberla hecho, creo que me la soñé – Gonzalo Villegas había salido con esta perla en el intento de travesía que habíamos realizado 7 meses antes, estando montaña adentro.

Algunas veces hay que devolverse para poder llegar René – Francisco Bravo cuando llegamos a Pico Pance, refiriéndose a mi experiencia anterior en esta ruta.

René, andá bañate – David Huertas, mi hermano, no me dejó relajarme cuando llegué a la casa.

Viejo Reno, si nos atravesamos los Farallones de Cali, ya no los volveremos a ver igual – Diego González, días antes de iniciar la travesía en el 2010, cuánta razón.

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por RENÉ ALEJANDRO HUERTAS CAICEDO
Picolorense