Vísperas de la salida de Semana Santa una semana bastante lluviosa, a la expectativa de realizar una nueva aventura hacia las alturas volcánicas, hoy no se puede saber cómo estará el clima pero será otro de los expectantes desafíos.
Todo listo en la mochila, verificado con rol en mano para que no se quede detalle alguno. Es una zona demasiadamente fría. Estaremos a más de 4.700 metros de altura sobre el nivel del mar. Será el momento para desafiar el frío intenso y los cambios orgánicos por la altura.
No es la salida acostumbrada de campamento disfrutándola al máximo recordando mis años de scout. A cambio tendremos alojamiento en hoteles, con gran comodidad, comida para elegir y descanso total después de ascender a los volcanes Azufral y Cumbal, además de navegar en lancha por la hermosa Laguna de la Cocha, caminar por el borde la Laguna Verde y disfrutar de los hermosos paisajes que nos ofrece la naturaleza en este rincón de Colombia.
Trece caminantes aventureros listos en la buseta. Hora 10 de la noche del día miércoles con rumbo a nuestro primer destino, Laguna de la Cocha; serán nueve horas tratando de dormir sentados en una cómoda buseta. Jesús el conductor nos complace con música y películas. Los que pueden duermen plácidamente.
Muchas son las poblaciones que debemos atravesar para llegar a nuestro destino. Desde Jamundí hasta Pasto por la vía panamericana, es un recorrido de 384 km. Hemos llegado a nuestra primera parada, Laguna de la Cocha, no sin antes hacer una paradita de rigor para desayunar en el corregimiento el Encano, sobre la vía Sibundoy-Mocoa. Aquí nos encontramos con los famosos envueltos de maíz y paqueticos de maíz frito con chicharroncitos.
Día de la llegada, Laguna de la Cocha
Avanzamos, y a 28.5 km nos encontramos con la gigantesca y hermosa Laguna de Cocha, un lugar paradisíaco donde predomina el transporte en lanchas rumbo a la Isla de la Corota, lugar emblemático de la zona donde se esconden árboles legendarios, diversidad biológica, templo sagrado de la flora y fauna bajo el riguroso cuidado de Parques Nacionales adscrito al convenio Ramsar.
Laguna de la Cocha
Recorrimos la zona disfrutando al máximo de las maravillas vegetales, musgos, líquenes, quiches, bromelias y miles de especies poco conocidas que nos iban ilustrando los jóvenes guías de la reserva. Finalmente atravesamos parte del corregimiento el Encano y abordamos nuevamente la buseta que nos llevaría a nuestra siguiente escala: Tuquerres; aquí descansamos y madrugar el día viernes rumbo hacia el Volcán de Azufral y su Laguna Verde.
Aventura en el Volcán Azufral
Es una ruta de fácil acceso; al llegar al mirador se observa la gigantesca boca del volcán que se fusiona con el encanto de la Laguna. Es un día bastante nublado pero como por arte de magia nuestros ojos van quedando hechizados lentamente ante los diferentes verdes matizados cual acuarela dibujada con delicado pincel. Es verdaderamente un regalo de Dios, obra natural, una experiencia emocionante; de sus aguas brota el fuerte olor a azufre, cada uno trata de hacer con sus lentes y cámaras las mejores tomas.
Laguna Verde, Volcán Azufral
Reanudamos nuestro caminar con paso lento y seguro bordeando la encantadora laguna, es un camino difícil de ascensos y descensos, piso blando, rocas lisas y llenas de lama verde, algas filamentosas formadas por la humedad, lianas, enredaderas en fin toda clase de obstáculos que hacen cada vez más intrincada la movilidad por este estrecho camino. Cada paso hay que darlo firme y seguro, una caída será fatal, terminará en la laguna.
Después de tres horas o más de camino bordeando siempre la laguna, hemos llegado a un carrasqueño ascenso que nos sacaría a la vereda el Espino, como dicho de esta región “más duro que mordisco de loca”, el frío se apoderaba cada vez más de mi cuerpo, mi chaqueta entrapada de agua, mis guantes no soportaban más, por momentos soltaba los bastones que me servían de apoyo, cambié de guantes y fue inútil, sentía que mis manos se paralizaban y gritaba con angustia.
Lloré!!! No me da pena decirlo… lloré!!!… es la primera vez que sentí una sensación de pánico; mentalmente oraba, le pedía a Dios y a mis cuatro ángeles que me acompañan siempre que me dieran fortaleza y no me dejaran vencer.
Ante mis gritos, Ruby me alentaba, diciendo que era normal, para mí no lo era; en ese momento mi memoria visualizaba tantos y tantos videos escalofriantes por las bajas temperaturas en las montañas. René, nuestro guía siempre pendiente de cada uno de sus caminantes, me facilitó un par de guantes, entre los dos me hicieron masajes, retomaba para mí una calma y seguridad para seguir, los admiro a los dos por su fortaleza, seguridad y buena energía.
Martha Inés, su relatora
Atravesando el páramo
Hemos llegado a una semi planada donde la neblina bajaba espesa, nos encontramos en un páramo lleno de pastizales y lagunillas, donde las caídas no se hacían esperar; a Richard, el guía de la zona, se le ha desviado el camino en 50 ó 60 grados, no sé, lo único cierto y entendíamos, era que se había equivocado de camino. Con la calma y seguridad de nuestros guías, esperamos por un momento mientras se desplazaban buscando una salida. Varias veces caminamos equivocadamente, caímos a cañadas y nos regresábamos lo cual hacia más tortuoso el camino. No sé si era una penitencia, ya que era viernes santo. Al fondo divisábamos varios pueblos, veredas o poblados, hacia ese sitio deberíamos movernos.
Pero los ánimos no se enfriaban ni con las bajas temperaturas que soportábamos. Se hacían chistes, reíamos mientras caminábamos y esperábamos cualquier voz alentadora de nuestros guías. Con la calma y seguridad de nuestra visionaria Guía Ruby después de esperar buen rato, muy convencida de encontrar una salida, nos desplazamos nuevamente hacia la torre, era como el único punto estratégico “saquen linternas, vamos a caminar muy lentamente todos juntos sin separarnos” decía calmadamente, e iniciamos el camino, la inmensa luna nos acompañaba y las luces de los poblados se empezaban a ver más cerca, por fin divisamos una salida a una carretera y se nos alegraba el corazón.
Final de un día largo en Nariño
Visualizamos la casa donde llegamos y sus moradores sorprendidos, contaban anécdotas de hechizos en la laguna. “dice la leyenda que cuando los visitantes llegan a la laguna y gritan o tiran piedra a ella “la laguna se enoja” baja la neblina, se borran los caminos y llueve copiosamente”. Son las ocho de la noche nos encontrábamos en la Cantera San Miguel, una procesadora de arena en la Vereda Panamal, por fin en tierra firme después de atravesar 16 kilómetros y 11 horas, casi extenuados realizamos estiramientos de rigor mientras Jesús llegaba con la buseta a recogernos para el traslado al hotel.
Grupo Picoloro Cali luego de la caminata de 11 horas
Tercer día de visita en Nariño
Después de afrontar este duro desafío, habrá que descansar bien para realizar el ascenso al Volcán El Cumbal. La misma noche me había planteado la idea de no subir al Cumbal. ¿Por temor? No. ¿Por cansancio? No. Mi cuerpo ha sabido afrontar jornadas más duras, pero la experiencia vivida a causa del frío no me dejaba otra alternativa, era una vivencia más para evaluar, mi seguridad contra el frío.
Acompañé a mis compañeros hasta la salida de ascenso del Volcán de Cumbal y con Jesús el conductor regresamos al pueblo. Recorrimos sus calles casi desiertas por el día Santo, son poblaciones con una tradición religiosa muy arraigada. Degustamos el famoso helado de Paila, un helado de fabricación casera a base de leche y azúcar batido manualmente.
Helado de Paila en Cumbal Nariño
Sus gentes son muy amables, su traje es conservador de rigurosa ruana oscura, saco y sombrero, así se ven montando bicicleta, moto, bestia y hasta jugando voleibol.
Para terminar el día nos dimos un paseo por la Laguna de Cumbal y finalmente al sitio donde dejamos nuestros compañeros que harían cumbre en el Volcán.
Regreso a Cali
El día domingo con salida a las 5 de la mañana nos detuvimos en el mirador del majestuoso e imponente Santuario de las Lajas. Aquí prácticamente finalizó nuestra aventura y ya de regreso a nuestra calurosa ciudad de Cali cual flecha veloz en la buseta, todos con compromisos que cumplir el día lunes, quedaron en las retinas de nuestros ojos y en los lentes de las cámaras, aquellos hermosos paisajes de este rinconcito de Colombia, una experiencia más en nuestras vidas y UNA AVENTURA QUE CONTAR.
por MARTHA INÉS GÓMEZ
Picolorense