Por fin he visitado uno de los picos famosos del Parque Nacional Natural Farallones de Cali. Era una visita que tenía pendiente desde hacía muchos años y que en los últimos meses con los paseos al Topacio y a Pueblo Pance había adquirido el carácter de urgente. De modo que cuando logré animar a Escobar junto con otros compañeros de la oficina y a Juliana de ir a Pico de Loro tuve que reacomodar mi agenda. La bicicleta que esperara en el taller y mis amigos que me perdonaran mi ausencia en la rumba, porque este fin de semana sería consagrado a Pico Loro. Un gigante que se ve desde Cali cuando el cielo está despejado y que guarda historias increíbles de desapariciones y apariciones vistiéndolo de un halo de misterio y respeto aún mayor para sus visitantes.

EL Topacio – Punto de partida

Pico de Loro es una gran roca que corona el ascenso a una altura de 2.860 msnm y hay varias rutas para llegar. La que tomamos nosotros parte del centro educativo El Topacio. Para llegar allí se puede tomar un bus que vaya hasta Pueblo Pance y 200 metros antes de su destino hay que caminar unos 20 minutos hasta el Topacio. En el centro también hay delimitados senderos que llevan a dos grandes caídas de agua que espero visitar pronto. Pero la principal razón que lleva a montañistas a El Topacio son las trochas que desde allí permiten llegar a Pico de Loro.

Iniciando la caminata

Después de realizar unos ejercicios de estiramiento y despertar los músculos, a las 8:30 am aproximadamente partimos por la izquierda del Topacio, por el lado de la Quebrada de los Indios, estamos en invierno y empezaban a caer las primeras gotas anunciando la intensa lluvia que luego soportaríamos.

Familia y Amigos disfrutando la naturaleza en el Topacio, Cali

El grupo en pleno, limpio y sonriente a las 8:15 am

Impresiones del camino, vegetación exuberante

El camino es estrecho (trocha al fin y al cabo) y sobre él encontramos exóticas flores y decenas de especies de mariposas, y eso que no nos pusimos a buscarlas, primera gratificación. Al paso nos salían árboles de limón-mandarina que son frutos muy ácidos pero ricos, jugosos y siempre escuchamos el agua que corría: ríos, cascadas, escurrimientos, gotas. Agua limpia por todas partes.

En algunos puntos la vegetación ha formado cortos túneles donde vimos murciélagos, había que pasar agachados para no enredarse con raíces y ramas que crecían sobre nosotros. Al pasar este punto salimos a lo que alguna vez fue un potrero, ahora en franco proceso de recuperación de la capa vegetal original. Pasarán años antes de que se recupere. Sin embargo el claro nos permitió observar Pueblo Pance abajo y la inmensidad del bosque húmedo que osábamos visitar ese día. Aún se veía una casa más abajo entre los altos árboles y algún parche de pastos para el ganado. Esperemos que allí también se inicie un proceso de recuperación pronto.

El bosque, Juliana y yo

La neblina que no es otra cosa que nubes bajas, cúmulos de gotitas de agua, nos esperaba más arriba. En el potrero Juliana y yo (y espero que esta sea la primera salida de muchas en que me acompañe) comimos el primer paquete de maní. Habían pasado unos 45 minutos desde que salimos del Topacio y el desayuno no fue gran cosa (primer error!). Volviendo al potrero, en el borde con el bosque vimos entre el follaje una gran cascada que golpeaba con fuerza el lecho mucho más abajo, apenas oíamos el romper del agua.

Seguimos camino a Pico de Loro. Pasamos el potrero hasta encontrar un portón con una pequeña señal verde y por primera vez noté unos tirones de plástico de colores rojo, azul o blanco amarrados a los árboles. Son señales para no perder el camino que a veces es tragado por la vegetación y se pierde. Son de mucha utilidad, es importante estar pendiente de ellos. Iniciaba entonces una tercera etapa del ascenso, de nuevo bosque de niebla, virgen, muy bien conservado de actividades comerciales.

Ascendiendo a Pico del Oro, Cali - Colombia

Terreno en Pico de Loro

El terreno era más difícil, con mayores pendientes y charcos sobre él. Empezó el agua a entrar a mis pies, lo cual no es bueno. Y la lluvia se intensificó por un momento. Hora de sacar los impermeables.

Con Juliana llevábamos un ritmo más lento que el resto del grupo y empezábamos a quedarnos atrás. Si bien la trocha se distingue fácilmente, no conocíamos y buscábamos por todo lado señales que nos dieran seguridad de que íbamos por el camino correcto. Ya les dije que varias personas han desaparecido en esta zona, en cualquier momento por evitar un obstáculo te apartas unos minutos del camino y listo, te perdiste así de fácil. Por eso era importante que frecuentemente verificáramos nuestro camino, bien sea con huellas o con los moñitos plásticos en los árboles.

En las selvas tropicales todo es exuberante, aquí el que no luche por lo propio muere y cada especie se busca su modo de ganarle a los competidores y preservarse en mejores condiciones. Las raíces de los árboles crecen desde las ramas más altas buscando nuevos puntos de apoyo, el musgo crece sobre rocas y troncos de árboles. Los animales se mimetizan. En el Parque Natural Farallones de Cali hay muchas especies endémicas (exclusivas) tanto de fauna como flora. Inimaginables los medios que estos seres han desarrollado para sobrevivir en su medio. Realmente impensables hasta verlos.

Tramo más duro del camino a la cima

La cuarta y última etapa del ascenso se inicia en un cruce de trochas. Varias personas han perdido el rumbo en ese punto y por ello los guardabosques han señalizado el punto con flechas y atravesando palos. El otro camino me dijeron que va a dar a Jamundí. Y eso debe ser a muchas horas de camino. Por estos datos y estas nimiedades es que es importante, muy importante y prudente ir acompañado de personas que conozcan el sitio, personas que guíen. No vayan solos si no conocen, por favor.

Esta última etapa fue muy dura. Si bien la lluvia nos dio una tregua, el agua que había caído y la neblina dejaron el camino fangoso, húmedo. El camino se perdía a veces entre troncos de más de 15 metros que habían caído arrastrando a otro tanto. Otras veces el camino nos llevaba una pared que debíamos trepar apoyándonos en rocas, raíces, bejucos y ramas. Eso fue tenaz y muy desgastador. Juliana estaba agotada, realmente había hecho un esfuerzo mental y físico admirable para llegar a este punto.

Cuidados en la ruta hacia Pico del Oro, Cali - Colombia

Decisión en conjunto

Siendo que nos quedamos atrás del grupo y no sabíamos por dónde bajaríamos o llegaríamos (terrible error no recorrer mentalmente el camino antes de partir) acordamos que yo me adelantaría hasta alcanzarlos y volvería por ella, con Juliana decidimos que me esperara, se quedó con agua, comida, su impermeable y un pasamontañas. Yo me propuse ir a toda marcha durante 20 min, si no los alcanzaba entonces me devolvería por Juliana e iniciaríamos el descenso sin lograr el primer objetivo que era Pico de Loro.

En el camino no pude tomar muchas fotos, y la única que tomé quedó movida. Estaba preocupado por alcanzar al grupo, por no perder el rumbo y no alejarme mucho de Juliana porque sabía que si me demoraba ella se angustiaría con toda razón. Pero curiosamente después de trepar tanta loma llegué justo en veinte minutos a Pico de Loro. En el camino iba gritando tan fuerte como podía esperando respuesta de alguien y varias veces pensé en devolverme. Pero la respuesta de ellos, el encontrar huellas en el camino y moñitos en los árboles me animaban a seguir adelante. Y bueno, llegué.

Bosque de niebla, Farallones de Cali, Colombia

Definición gráfica del bosque de niebla

Impresiones desde la cima de Pico de Loro

Un sitio encantado, mágico. Así era como me imaginaba el «cielo», ese pacífico y espiritual lugar donde, dicen los cristianos, vive Dios y cuyo portero es Pedro. Abajo de nosotros las nubes blancas, puras y ligeras, daban la ilusión de estar flotando sobre ellas, la tierra había desaparecido, no había viento (afortunadamente).

Arriba me esperaban mis compañeros, todos habían llegado y estaban cambiándose la ropa sudada y comiendo algo ligero. Para mi sorpresa hasta allá llegó el perrito que se nos unió en el Topacio. Esos animales son un ejemplo: incondicionales, aventureros y amigueros, son una compañía muy agradable en las rutas.

Pero fue cuando vi ese rosal que más me emocioné. La rosa, morada, nos daba la cara, parecía echarnos una mirada serena, fija en los visitantes, me gusta creer que es la forma que adoptó el guardián de Pico de Loro, algún espíritu de la selva o ella misma, para vigilar que no abusáramos de su hospitalidad. Espero que no lo haya sentido así, aunque no sé si cometimos algún agravio, creo que sí, porque en el descenso nos castigó con un fuerte aguacero.

Allá en el «cielo» me tomé mi tintico caliente, cortesía de J.C. Escobar que me lo había prometido en Cali. Sinceramente te digo que te luciste viejo con este «paseíto», como lo llamara Lina cuando aún estaba limpiecita y seca.

Cima en Los Farallones de Cali, Colombia

Una promesa al Pico

Desde Pico de Loro, a una altura de 2.860 msnm, se debe tener una bonita vista del valle del río Cauca. Dicen y es seguro que en días despejados se ve a lo lejos, hacia el suroriente, el Nevado del Huila y que al occidente está Pico Pance (a 8 horas de camino! como el de hoy) y la selva Pacífica hasta el límite marino. Haré todo lo posible por visitar a Pico de Loro en verano, cuando el cielo está más despejado. Espero que esa vez Juliana llegue hasta allá, confío en que lo logrará, porque llegó muy cerca, sólo nos faltó tener más confianza y osadía en seguir un camino que creíamos era el correcto.

El retorno

El ascenso nos tomó cerca de 4.5 horas y descendimos en 3 horas hasta el Topacio, bajé casi tirándome hasta donde debía esperarme Juliana, y la encontré muy preocupada por nuestra demora, por fortuna estaba bien, y me alegró mucho verla. Ahora había que descender con prontitud para que no nos faltara luz en el camino. Nuestro segundo objetivo era estar a las 18.oo horas en el Topacio. Y lo logramos, prácticamente bajamos solos, a nuestro propio ritmo y no nos alejamos ni un momento, nos acompañamos todo el trayecto, bajo la lluvia y hablando, de modo que el camino se hizo muy ameno y recorrimos de nuevo el potrero, la cascada, los túneles naturales y llegamos sanos, salvos y muy mugrosos aunque emocionados y transformados al Topacio a eso de las 17:50.

Listo, objetivo cumplido, la noche cayó sobre nosotros, me lavé la cara en la Chorrera de los Indios, en la «batea», el agua ya no me parecía tan fría, estaba fresca y bajaba en cantidad, con fuerza. A cambiarse la ropa mojada, algunos ejercicios de estiramiento para reacomodar los músculos y ya está.

De nuevo para Cali con otra bellísima experiencia para compartir y recordar siempre: la primera vez que tomé tinto en el «cielo» fue en Pico de Loro, se lo contaré a mis nietos o a algún otro mocoso dentro de muchos años.

Por fortuna y en un acto de amorosa irresponsabilidad Juliana decidió seguir con nuestro proyecto de vida juntos, para que nos acompañemos en el camino. Para ti Juliana estas fotos, esta versión de la historia y todos mis besos.

Cima en Los Farallones de Cali, Colombia

por SANTIAGO SANTACRUZ SALAZAR
Picolorense