Pico Pance se convirtió en un lugar muy especial para mí, al ser el centro de valiosas experiencias, que he vivido junto a personas que aprecio mucho.

Las siguientes son algunas historias que me han sucedido en la ruta normal hacia Pico Pance, punto más alto de los Farallones de Cali, y para que ubiquen mejor donde acontecieron, dejo esta infografía.

Mapa Pico Pance Farallones de Cali Picoloro Ecoturismo


LOS PRIMEROS ASCENSOS A PICO PANCE

El 3 de Febrero de 2008, Santiago y yo llegamos por primera vez a Pico Pance, once meses después de haber hecho un primer intento de estar ahí.

Nuestra primera incursión a esta Montaña la hicimos pagando los servicios de guianza a una empresa, de las pocas que en el 2007 realizaba este tipo de actividades en Cali, pero se presentaron tantos tropiezos durante la excursión, que Santiago y yo decidimos continuar practicando la actividad por cuenta nuestra, y fue lo mejor que nos pudo haber pasado, fue el impulso que nos hizo creer en nosotros, en lo que estábamos aprendiendo, y la manera cómo lo estábamos haciendo, así que empezamos a aventurarnos en las Montañas, nos documentábamos, pedíamos referencia, armábamos la maleta y nos íbamos. Te puede interesar leer lo que escribió Santiago sobre esa primera incursión a Pico Pance.

Ese 3 de Febrero de 2008 llegamos a aquel monumento en piedra, construido a 4.100 msnm, en el punto más alto de los Farallones de Cali, habiendo hecho campamento el día anterior en Lagunas, lugar ubicado unos 20 minutos antes de Pico Pance. Habíamos llegado ahí con Freddy y Luis Ever, el primero amigo de Santiago y el segundo amigo mío, quienes ya habían subido varias veces, y prefirieron quedarse en la carpa, secos y abrigados, antes que exponerse al frío y a la lluvia de aquel domingo, algo que ni a Santiago ni a mí nos importaba mucho, queríamos llegar a Pico Pance.

Los 20 minutos que hay entre Lagunas y Pico Pance son en roca, a la que la suela de las botas se adhiere bastante bien. La primera parte es algo pendiente, luego se llega al filo de la montaña, por donde hay que caminar unos 10 minutos más; esa primera vez no me sentí cómodo caminando por el filo, sentía temor de irme hacia un lado, lo que aumentaba con las fuertes ráfagas de viento que soplan en este lugar; gateando y aferrándome a la roca llegué al monumento de piedra, donde supe lo que era la felicidad de estar en la cumbre de una montaña.

Pico Pance Farallones de Cali Picoloro Ecoturismo

Santiago “el pescador” Santacruz y René “el gateador” Huertas
Febrero 3 de 2008


COMPARTIENDO UNA FIEBRE LLAMADA PICO PANCE

El 2008 ha sido el año que más veces haya armado parche para subir a Pico Pance, cuatro en total, la fiebre estaba a tope.

Al regreso del primer ascenso, compartimos la experiencia con algunos amigos, motivando a Natalia, Óscar y Hans, de ir a la montaña en el segundo puente de Mayo.

No contábamos con la lluvia

Llovía tanto para ese fin de semana, que la Quebrada El Pato se creció y se llevó el tercer puente, necesario para cruzarla y empezar el ascenso, dejándonos enmaletados y alboratados.

Con el optimismo de que la quebrada bajara su caudal al día siguiente, levantamos carpas frente a Burbujas, el popular charco del Río Pance, pero las lluvias no cesaron, y el caudal de la quebrada tampoco bajó. Nos fuimos para Pico de Loro, pero al llegar al Topacio, los hermanos Montoya nos dijeron que no podíamos subir porque el terreno seguramente estaría muy liso; regresamos a Burbujas, levantamos carpas de nuevo, bajamos un rato al pueblo, y al día siguiente regresamos a Cali, las lluvias no permitieron que entráramos a la Montaña.


El cumpleaños de Natalia, Santiago y Freddy

Un mes después del intento anterior, planeamos de nuevo subir a Pico Pance, “esta vez seguro sí pasamos la quebrada”, y así fue, pasamos El Pato y empezó lo bueno, un ascenso que tiene un leve descanso en el cambio de montaña antes de empezar el tramo conocido como Raíces, y lo vuelve a tener entre los campamentos de Balcones y Lagunas.

La primera noche la pasamos donde David Laguna, la segunda acampamos en Balcones, y la tercera en Lagunas, donde celebramos los 24 años de Natalia, los 25 de Santiago y los treinta y punta de Freddy, con una sartén de quesos, platanitos con salsa rosada, brownie en lugar de torta y vino de caja, momentos que sin saberlo, empezarían a direccionar un estilo de vida.


UN MACHETE A 4.000 MSNM

En el sexto ascenso a Pico Pance cambiamos el lugar de campamento; Carlos Libreros, conocido de Santiago, sugirió que en lugar de Lagunas, acampáramos en Balcones; hacerlo de esta manera haría que fuéramos sin peso el tramo de Balcones a Lagunas, pero también debíamos tener en cuenta las cuatro horas de más que caminaríamos, dos de ida a Pico Pance y dos de regreso a Balcones.

Al día siguiente, ya en Pico Pance, vimos que teníamos buen tiempo, y decidimos caminar un rato más en dirección norte, por el filo de los Farallones de Cali; habíamos caminado cerca de una hora más, cuando empezamos a escuchar truenos, y a sentirlos cada vez más cerca, momento en que Santiago dijo que guardáramos en la maleta, cualquier elemento que pudiera atraer rayos, como anillos, cadenas y llaves.

René: ¿Qué hago con este machete?
Santiago: Eso es muy grande, enterralo por ahí, luego venimos por eso

Entre el susto de que me alcanzara un rayo por andar sosteniendo el machete, lo medio clavé en la tierra, quedando el mango por fuera, a unos 4.000 msnm aproximadamente, ese 11 de Septiembre de 2009, quien sabe cuánto tiempo, porque no lo volví a ver.

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Cali nocturna desde Balcones, Farallones de Cali


MARTES DE SANCOCHO EN BURBUJAS

Tres días es un buen tiempo para darse una idea de la parte alta de los Farallones de Cali, la probabilidad de llegar a Pico Pance es alta, y a pesar de ser un ascenso exigente, por la inclinación del terreno, y por cargar el maletín a cuestas, es un rango de tiempo que permite descansar y recuperarse para la jornada siguiente; hacerlo en menos tiempo lo considero un entreno, que de diferente manera, también se disfruta.

Carlos, Eliana y yo acomodamos los tres días para salir un sábado en la noche y regresar un martes; Eliana, conocida de Carlos, era callada y de buen paso en la Montaña. Sin contratiempos, regresamos el martes 16 de Febrero de 2010, hicimos la parada habitual en Burbujas para refrescarnos, esperando encontrar el charco solo para nosotros, pero extrañamente había una familia paisa de paseo, no es común encontrarse gente entre semana.

De lo segundo que me percaté, fue de una olla gigante que estaba al cuidado de una señora, a la que se le veía la experiencia preparando sancocho.

– ¿Quieren sancocho? preguntó uno de los hombres de la familia
– ¿En serio?
– Sí claro, aquí hay para todos, lo que no tenemos son platos
– Nosotros tenemos
– Sáquelos pues

¿Cuál es la posibilidad de encontrarse una familia a punto de almorzar, a una hora que no es la del almuerzo, un día de semana en Burbujas cuando se regresa de Pico Pance?, cosas que pasan una vez en la vida.

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Picos que rodean Balcones


POR LA NOCHE NO SE SIENTE LA SUBIDA

El tramo más exigente del ascenso a Pico Pance, son los 8 kilómetros que separan Pueblo Pance (1.570 msnm) y Balcones (3.750 msnm), lo cual representa una jornada de 10 horas aproximadamente, teniendo en cuenta los tiempos de parada, necesarios para descansar la subida y el pesado morral, que lleva provisiones y equipo para estar tres días en la montaña.

A mediados de 2010, Natalia se animó para hacer su segundo ascenso, y con ella dos personas más, John Alexander Guzmán y Luisa Adrada. Pasadito el mediodía, llegamos a Pueblo Pance, una pony malta para dar ánimo, y empezamos a caminar; pronto llegamos donde David Laguna, calculamos que tendríamos por lo menos dos horas más de luz, y decidimos continuar; cayó la noche pero no los ánimos, sacamos las linternas y seguimos.

Cuatro horas después estábamos en Balconcitos, nombre que había dado Natalia en su primer ascenso, al claro que hay en la montaña, arriba de la piedra en forma de cueva.

N: ¿Esto es Balconcitos Reno?
R: El mismo
N: ¿En serio?, ¿tan rápido?

Estábamos en los tiempos normales de ascenso, pero haber caminado de noche por el inclinado bosque, lo había alivianado todo. A los pocos metros de Balconcitos se entra de nuevo al bosque, donde hay un lugar muy cómodo para acampar, ahí finalizaríamos aquella jornada.

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Nevado del Huila visto desde los Farallones de Cali


TAMBIÉN SE PUEDE ESTAR EN EL ELEFANTE

De regreso a Balcones, Francisco Bravo me preguntó si quería ir al Elefante, otro de los picos altos de los Farallones de Cali, que con 3.900 msnm, es visible desde la ciudad.

R: ¿A lo bien Pacho?
F: Sí, pero nos toca movernos, tenemos el tiempo justo para llegar con la última luz del día al campamento.

Eran las cuatro de la tarde cuando nos desviamos del camino a Balcones, para estar en lo más alto del Elefante; hacía mucho que Francisco no lo subía, lo que lo hizo dudar en algún sector, y nos llevó a treparlo por una canaleta cubierta de pajonales más altos que nosotros; hora y media después, presenciamos el Valle del Cauca sin nada que se nos interpusiera.

El Elefante es poco visitado, la mayoría prefiere recordar que estuvo en el lugar más alto de los Farallones de Cali, razón suficiente para elegir Pico Pance; si no quisieras escoger, sino visitar ambos picos, ajusta un poco el itinerario, y empieza a caminar sobre las 8 am, así lo hicimos con André, un amigo alemán, enamorado de las montañas colombianas.

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Valle del Cauca visto desde El Elefante


ASALTOS A PICO PANCE

Se conoce como asalto, a la modalidad de intentar la cumbre de una montaña, en una sola jornada. En el caso de Pico Pance, lo que regularmente se hace en 3 días, la idea es lograrlo en menos de uno.

Arrancando en la iglesia de Pueblo Pance a 1.570 msnm, 10 kilómetros después se encuentra Pico Pance, a una altura de 4.100 msnm; hay que hacer el recorrido para conocer el significado de belleza; un bosque de niebla que atrapa físicamente con las raíces sobresalientes de los árboles, miradores hacia el Valle del Cauca y hacia el Océano Pacífico, y caminar un pedacito de aquellas antiquísimas rocas, es una experiencia para vivirla.

La primera vez que realicé el asalto a Pico Pance, lo hice con José González, cuando empezaba a despertársele el gusto por hacer este tipo de salvajadas y me convenció de acompañarlo; arrancamos a las cuatro de la mañana de Pueblo Pance, y 14 horas después regresaríamos. Mi desempeño en el ascenso luego de pasar Balcones, se fue al piso; lentamente y con dificultad, llegué a lo más alto, donde pude recuperarme, luego de almorzar y descansar una hora. José se descompensaría bajando, tal vez algo que comió o el cambio tan abrupto de altura, se manifestó en un fuerte dolor de cabeza en el sector de Raíces, que solo se le alivió vomitando.

Varios años después, con más mañas y kilometraje, repetiría el asalto a Pico Pance con Clemens, un alemán que me recomendó un amigo montañista, quien disponía de un solo día para hacer el recorrido. Con Clemens me disfruté mucho la aventura, no llegué tan cansando como la primera vez, a pesar de demorarnos cuatro horas más; ya había interiorizado la importancia de comer en la montaña, por lo que hicimos cinco paradas para ello; llegamos a Pico Pance sobre el medio día, almorzamos, dormimos un rato y empezamos el regreso. Al caer la noche sacamos linternas, y así mismo llegaron los insectos, tantos que lograron incomodarme:

R: ¿No te molestan Clemens?, me tienen desesperado
C: Sí me molestan, ¿pero qué puedo hacer?

Siendo las nueve de la noche, llegamos a Pueblo Pance, pony malta y para Cali, simplemente me encantó.

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Lagunas en Pico Pance, Farallones de Cali


OBJETIVO: LLEVAR A DOÑA MARTHA A PICO PANCE

Martha Gómez nació en Bogotá, fue atleta destacada en su juventud, y es caminante hace más de 20 años.

La conocí en el 2011 caminando en Peñas Blancas, y desde entonces hemos compartido diferentes rutas en el Valle del Cauca, pero estaba pendiente una muy especial para ella, Pico Pance, que la hacía suspirar cada vez que lo veía.

Ese anhelo de doña Martha de conocer el punto más alto de los Farallones de Cali, fue la motivación para que 10 personas la acompañáramos, llevando cada uno algo de ella, y hacerle un poco más fácil los trayectos.

Subimos un Agosto, temporada seca, tomando el riesgo de pasar la primera noche en medio del bosque, sin carpas, solo con el aislante y la bolsa de dormir; ¿Por qué riesgo? Porque aún en temporada seca puede llover, pero no fue el caso, dormimos delicioso.

Al día siguiente llegamos a Balcones, donde una de las personas que ya se encontraba en el lugar, se acercó a doña Martha y le preguntó si era ella.

Doña Martha: Soy yo, Martha Inés Gómez, mucho gusto
Caminante: Yo sí decía que era usted, yo la sigo

Ese yo la sigo es muy común desde que aparecieron las redes sociales, donde doña Martha es toda una influenciadora.

Al tercer día llegamos a Pico Pance, con una doña Martha radiante, y con muy buen ánimo como siempre, celebramos estar ahí con ella, foto para el recuerdo, y empezar a pensar en el regreso, porque la cumbre es solo la mitad del recorrido.

En el descenso, doña Martha contaría con una ayuda más; su seguidor en redes sociales, Jonathan Jiménez, cargaría su morral buena parte del trayecto. Ya en Pueblo Pance, una cerveza para doña Martha, de las que hidratan, y a planear una nueva aventura.

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Campamento Balcones (3.750 msnm) – Farallones de Cali


CÓMO PASAR LA NOCHE MOJADO Y SIN SLEPPING

No le hice caso a Lina, mi novia durante 5 años, de empacar las cosas de dormir en bolsas, cuando nos disponíamos ir de Balcones a Pico Pance; me confié que las cosas estaban dentro de la carpa y que no llovería, pues llovió torrencialmente y la carpa no aguantó, dejando pasar toda el agua.

Cuando llegamos nuevamente al campamento, guardaba la esperanza que la carpa hubiera servido, pero estaba más mojado adentro que afuera, lo único que estaba seco eran las cosas de dormir de Lina, quien sí las había empacado en bolsas.

Al no tener nada seco qué ponerme, dejé que la ropa que tenía puesta, medio secara durante el resto de tarde que quedaba, y empecé a pensar cómo pasar la noche. Recordé que Ruby, alguna vez me dijo que no había nada mejor para el frío, que la cercanía de los cuerpos, así que le dije a Lina que nos metiéramos los dos en el sleeping de ella; a las 8 de la noche empezamos dicha maniobra, forzadamente nos metimos en su sleeping, me acomodé y empecé a roncar, pero Lina no se acomodó y le dio rabia que yo estuviera roncando, se movió, me despertó y me dijo que me saliera, que ella estaba muy incómoda.

R: ¿Me vas a dejar morir?
L: Usted no se muere, la que me voy a morir soy yo aquí asfixiada

Me salí del sleeping, crucé los pies, me encogí y me le pequé a Lina, y a esperar a que llegara el frío de la madrugada. La noche se me pasó rápido, pude dormir, me vino a levantar el frío del amanecer, a eso de las 5 de la mañana; quizás no hizo tanto frío esa noche, creería que por la lluvia que cayó o alguna nubosidad que nos arropó, lo único cierto fue, que me dejaron morir por no hacer caso.

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Lina en Pico Pance


LA PARED

300 metros antes de llegar a Balcones, se encuentra La Pared, un muro de roca de unos 8 metros de altura, que se debe sortear con cuidado, para evitar alguna caída.

Hay dos pasos marcados para subir La Pared, uno de frente al lugar por donde se llega, y otro por un costado. A pesar que La Pared cuenta con muy buenos agarres, lo ideal es dar seguridad a través de cuerda y arnés. Normalmente hay una cuerda puesta, que algún montañista deja para su uso, pero por estar a la intemperie, prefiero usarla muy poco, realmente no se sabe lo gastada pueda estar.

Llegamos a La Pared 11 personas: Joanna Lucumí, Nelson Muñoz, Ricardo González y Horfith Garcés, compañeros de universidad unidos por la montaña; Andrés Erazo, arquitecto apasionado por los caminos del Valle Cauca, que anhelaba ver la desembocadura de los ríos en el Pacífico, y junto a él su buen amigo Julián Jaramillo; Julián Rivera y Angélica Mena quienes terminarían formando una linda familia; Andrés Barrios, entusiasta comerciante; Sandra Ferrer y yo, liderando el grupo.

La cuerda no estaba puesta, así que me subí por el costado, y resultó que había sido recogida por una persona que nos había pasado horas atrás, y estaba expectante desde arriba, observando qué íbamos a hacer; al verme llegar por el otro lado se sorprendió, y ahí sí empezó a ayudar a subir al grupo.

Empezó a subir uno a uno, hasta llegarle el turno a Joanna y Horfith, que entre muchas otras cosas, comparten el temor por las alturas; “si yo hubiera sabido que esta era la tal pared no vengo”, dijo Joanna, “a ver cómo es, dónde piso”. En ese momento el cielo se oscureció, empezó a llover, granizó y como si faltara algo, tronó. Desde abajo Sandra, en la mitad yo, y arriba Nelson, les fuimos dando las indicaciones a Joanna y a Horfith, hasta que lograron subir, qué recibimiento nos daba la montaña al llegar a Balcones.

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Joanna minutos antes de subir La Pared

Este espacio queda abierto para futuras anécdotas en Pico Pace, ya veremos qué nos depara la próxima aventura.

por RENÉ ALEJANDRO HUERTAS CAICEDO
Picolorense