Esta es la crónica del viaje que hice entre el 20 y el 27 de enero de 2015, a Puerto Carreño con mis grandes amigos Alberto Sánchez (Beto), Efraín Candamil y las amigas Marietta y Ayda, aprovechando el tiempo libre que disponíamos por ser profesores pensionados.

puerto carreno colombia ubicacion picoloro ecoturismo

Viajamos en un vuelo de Viva Colombia de Cali a Bogotá, llegamos a Bogotá a las 8.20 de la mañana y luego tomamos un vuelo de Satena a la 1.20 de la tarde que llegó a las 3.00 al aeropuerto Germán Olano de Puerto Carreño, nombre del capitán que piloteó el primer avión que acuatizó en el río Orinoco en 1934, un Junker de la FAC; en este año se inició la construcción de la pista, que se terminó 2 años después y que fue inaugurada por el presidente Alfonso López Pumarejo.

Atardecer en el río Orinoco

Nos alojamos en el hotel La Vorágine. Después de descansar, al caer la tarde, Beto, Efraín y yo salimos a caminar por las calles de la ciudad y nos dirigimos hacia el malecón del río Orinoco, para ver el atardecer. En el malecón nos encontramos con la solitaria estatua de la virgen del Carmen con su cabeza coronada, cargando al niño dios, el escapulario en su mano derecha y ataviada con una túnica azul, mirando hacia el río desde un sencillo pedestal, en medio de la penumbra.

rio orinoco puerto carreno picoloro ecoturismo

En el puerto y el malecón había poca gente y estaba invadido en gran parte por las sombras, con excepción del oriente del río, en la orilla venezolana, en donde en el alto cielo se veían manchones de azul pálido alternados con bandas rojizas y fajas oscuras de nubes, eran las últimas luces que el sol proyectaba en su declinación por el occidente y que se reflejaban débilmente sobre el río; en la orilla colombiana se veían las siluetas borrosas de algunas embarcaciones y del muelle.

La noche llegaba y nos insinuaba que nos fuéramos a dormir para que madrugáramos mañana y viniéramos para ver el amanecer.

SEGUNDO DÍA

Amanecer en el río Orinoco

Beto, Efraín y yo nos levantamos a las 4.30 de la mañana y salimos rápido hacia el malecón para ver el amanecer.

Cuando llegamos a la orilla del río, nos deslumbró un paisaje luminoso que emergía en el oriente, en el lado venezolano, por encima del horizonte definido por un cordón oscuro, un resplandor blanco matizado de naranja y más arriba un cielo azul, interrumpido por fajas filosas de nubes. Era el alba, que anunciaba la próxima salida del sol y que se reflejaba sobre las aguas del río imprimiéndole colores claroscuros.

Abajo en la orilla colombiana en la penumbra, se veían las fantasmagóricas figuras del muelle y de las lanchas.

Esperamos la evolución del espectáculo luminoso que nos iba a ofrecer la naturaleza, en donde el padre sol era el protagonista. Después de unos minutos el astro rey hizo presencia en forma de una braza incandescente, que se fue elevando sobre el horizonte, proyectando su intensa luz naranja sobre el río, definiendo las formas del muelle flotante, de las lanchas y del oscuro buque artillado de la armada colombiana fondeado al lado del muelle.

rio orinoco puerto carreno picoloro ecoturismo

La virgen del Carmen con el niño cargado, recibió de frente los primeros rayos solares con sus brazos abiertos. A su alrededor se fueron reuniendo los lancheros, en actitud de espera.

Aparecieron los pescadores deportivos con sus largas varas de pescar, que fueron recibidos por los lancheros, bajaron las gradas hasta la orilla en donde abordaron 3 lanchas, que salieron de inmediato deslizándose con rapidez sobre las aguas del río.

El sol se posesionó del día iluminando y acalorando todo el ambiente, el malecón, sus calles, sus árboles y casas retomaron su colorido, se llenaron de vida y los pajaritos revolotearon y cantaron sobre las hojas de las palmas. Se iniciaba un día caluroso y seco.

Desayunamos en uno de los restaurantes cercanos y luego regresamos al hotel.

Paseo por la ciudad

Salimos acompañados de las damas Marietta y Ayda, a pasear y a conocer la ciudad. Caminamos por sus andenes amplios, limpios y tranquilos. Por sus calles pavimentadas pasaban pocos carros y motos. Se destacaban los grandes árboles de mango en flor, almendros y floramarillos que les daban sombra a las pintorescas casas y entre sus ramas revoloteaban los bichofué y las torcazas. Llegamos hasta el centro, ocupado por un amplio parque, un enorme templo católico, la gobernación y la alcaldía.

Puerto Carreño es la ciudad capital del departamento del Vichada. Fue fundada en 1922 por el general Buenaventura Bustos, primer comisario del Vichada, en el lugar conocido como “El Picacho” en honor a su amigo Pedro María Carreño, quien era ministro de gobierno. Bustos logró de “buena manera” que la gente no siguiera llamando Picacho al poblado, sino Puerto Carreño: amenazando con el cepo y tres pesos de multa a quien no obedeciera.

La ciudad se encuentra encerrada entre tres ríos: El meta por el norte, el Orinoco por el oriente que sirven de frontera con Venezuela y el Bita por el sur, y al occidente se abre la extensa sabana de la Orinoquía o de los llanos orientales.

Caminata hacia la confluencia del río Meta con el Orinoco

Cuando estábamos en el parque, Beto nos dijo: ya que en este momento estamos sin rumbo, porque no hemos definido un destino para visitar, les propongo que caminemos hasta el lugar donde se ve la confluencia del río Meta en el río Orinoco, que queda en el nororiente de aquí, es cerca y la ruta ya la tengo en mi GPS, que la podemos seguir con seguridad. Aceptamos la propuesta de Beto y emprendimos la caminata en la dirección que el GPS de Beto indicaba.

Nos salimos de las calles de la ciudad, tomamos un camino de tierra roja que cruzaba la llanura calurosa, de la que brotaba una vegetación de arbustos florecidos y nos encontramos con una afloración rocosa baja por la que subimos alegremente como niños en recreo.

Sobre la roca estaban asentadas varias casas metálicas construidas con zinc y en la parte baja estaban instalados varios tugurios armados con varas y plásticos, serían las precarias viviendas de una población excluida víctima del despojo y desplazamiento: posiblemente indígenas.

rio orinoco puerto carreno picoloro ecoturismo

Desde la parte más alta, bajo un firmamento con nubes blancas, sintiendo más el calor, observamos abajo el verdor de unos cultivos sobre las vegas del río Meta y más allá un elevado montículo rocoso. Allí caímos en cuenta que íbamos por una ruta equivocada, porque el río Meta que habíamos avistado, estaba en la dirección contraria en la que íbamos.

Después de discutir un rato decidimos corregir la dirección, desandando lo caminado y luego seguimos caminando por una trocha polvorienta, bordeada de vegetación baja y de árboles. Vimos varias torres metálicas altísimas, que soportaban el tendido de cables que trasportaban la energía eléctrica desde Venezuela para Puerto Carreño.

Después de caminar un largo trecho, soportando el calor cada vez más intenso del medio día, nos encontramos con varios carros y motocicletas, que venían en dirección contraria, cargados con mercancías y pimpinas, comprendimos que esta era una trocha usada por contrabandistas, que movían ilegalmente bienes traídos desde Venezuela.

pimpineros puerto carreno picoloro ecoturismo

Marietta y Ayda protestaron y se negaron a seguir caminando, porque ya se sentían exhaustas y decidieron parar un carro y le solicitaron al chofer que las llevara hasta el río, el chofer aceptó la solicitud y las trasportó. Los tres continuamos a pie hasta que llegamos a nuestro destino predeterminado, la confluencia del Meta y del Orinoco la esquina oriental extrema de Colombia.

pimpineros puerto carreno picoloro ecoturismo

En ese lugar hallamos un asentamiento informal grande, varias casetas construidas con madera y plástico, en donde funcionaban restaurantes, bares, bodegas, oficinas y viviendas, era una ciudadela organizada, en donde se daba el comercio ilegal de mercancías, el contrabando, entre Colombia y Venezuela, realizada por una población flotante de hombres, mujeres y niños que vivían necesariamente de esa actividad.

Los Pimpineros

Sobre una pared de tela plástica, estaba expuesto un cartel escrito a mano que decía: LA COOPERATIVA DE PIMPINEROS. Invita a los afiliados al recibimiento de la bodega asignada por la gobernación del Vichada. ATT La gerencia Junta Directiva.

Este cartel es un indicador que existía un grupo de personas organizado, que tiene como oficio, el comercio ilegal de gasolina, del cual depende para sobrevivir, porque no tienen la posibilidad de otro empleo legal: Los Pimpineros.

Su nombre se deriva de pimpina (botella de barro de cuerpo esférico y cuello largo, que se utiliza para enfriar agua) que hoy se aplica al bidón o recipiente grande de metal o plástico, de forma cilíndrica y fondo plano con cierre hermético, que se utiliza para guardar o transportar líquidos, en este caso gasolina.

pimpineros puerto carreno picoloro ecoturismo

Al asomarnos al río observamos un movimiento frenético de canoas motorizadas que atravesaban el Orinoco desde Venezuela cargadas de pimpinas con gasolina y otras de Colombia hacia Venezuela con pimpinas vacías. Sobre la orilla había numerosas canoas estacionadas cargadas con pimpinas y varios hombres jóvenes las levantaban sobre sus hombros y las subían hasta el campamento. Además de gasolina también contrabandeaban arroz y maíz.

Nos enteramos que en la otra orilla del Meta y el Orinoco estaba Puerto Páez, población venezolana; nos interesamos por conocerla y nos decidimos ir, cambiamos $ 46.000 colombianos (tomados del fondo común que habíamos constituido para los gastos colectivos) por moneda venezolana, al cambio nos dieron miles de devaluados Bolívares o “bolos” un montón de billetes, que cada vez que los contábamos nos resultaba una suma diferente, no supimos con certeza cuantos bolívares nos habían dado; consideramos que era conveniente llevar moneda venezolana para pagar la lancha y comprar en Puerto Páez.

Contratamos un lanchero que nos pasó a Puerto Páez, en donde advertimos que no era un lugar agradable, por esta razón estuvimos por corto tiempo y nos regresamos a Colombia.

De vuelta a “Puerto Pimpina” como llamamos al campamento informal, abordamos otra lancha que nos llevó a los playones del Orinoco, en la orilla venezolana, frente a Puerto Carreño.

Baño en el playón del Orinoco

Encontramos un amplio playón de arena dorada limpia, las aguas del río Orinoco lo pasaban rozando y permitían que se bañaran en ellas sin peligro, en donde mis compañeros se divirtieron como niños y yo también me divertí haciéndoles fotos a las numerosas aves, cormoranes, garzas y otras, que se posaban y corrían sobre la playa.

rio orinoco puerto carreno picoloro ecoturismo

Especialmente me complací fotografiando al fascinante avión DC3 que se elevó repentinamente desde el aeropuerto de Puerto Carreño, voló sobre el río y paso por encima de nosotros, emitiendo visos brillantes por el reflejo del sol sobre su fuselaje metálico.

DC3 puerto carreno picoloro ecoturismo

Este viejo, pero bien construido avión, de los años 30 y 40, presta todavía servicio vital de trasporte de carga y pasajeros de manera eficiente en el territorio de la Orinoquia.

Atardecer en el Cerro de La Bandera

Antes de caer la tarde regresamos a Puerto Carreño y volvimos a subir al Cerro de la Bandera, que nos atraía como un imán. Esta vez iniciamos la subida desde el malecón, lo antecedían las afloraciones de rocas aisladas sobre las que estaban construidas varias casas, sobre la primera roca que encontramos se levantaba un monumento: 3 estatuas de aspecto dorado, la del centro era la de un hombre alto, delgado, con pelo largo y vestido con taparrabo, abajo en una placa decía Cacique Samanare.

cacique samanare puerto carreno picoloro ecoturismo

Al lado izquierdo estaba otra estatua, desde la mitad hacia abajo era la de un tronco de árbol enraizado y de la mitad para arriba era la del torso desnudo de una mujer con sus manos juntas, a su lado tenía una múcura y al lado derecho del cacique la estatua de un joven indígena tocando una flauta.

Este monumento carecía de alguna descripción, supusimos que era un homenaje a las primigenias culturas indígenas, como los Achaguas que fueron los pobladores originarios y los Sikuanis pertenecientes a la familia lingüística de los Guahibos, que habitan la región pero que han sido y siguen siendo víctimas persecución, de despojo y desplazamiento de sus tierras.

Continuamos subiendo por el afloramiento rocoso almohadillado, observamos que dentro de los huecos y grietas crecía alguna vegetación raquítica. Subimos por unas gradas hasta llegar a una antena de comunicaciones y una enorme cruz de concreto.

cerro bandera puerto carreno picoloro ecoturismo

Nos detuvimos para mirar la panorámica, abajo hacia el occidente, sur y norte, en medio de los árboles y de las rocas se veían los techos de las casas y edificios de la ciudad y a continuación la inmensa sabana.

Al oriente (en el lado venezolano) trascurría el río Orinoco con sus aguas de aspecto acerado y sus grandes playones color oro, indicadores del bajo nivel de su caudal, debido a la época seca; le seguía el cordón oscuro del bosque de galería y más allá una cadena de cerros que evocaban ballenas varadas.

cerro bandera puerto carreno picoloro ecoturismo

Sobre el río se desplazaba un enorme planchón impulsado por un buque. Abajo, a la derecha sobre la gran roca estaba el acueducto, con sus tanques llenos de agua, en los que era procesada y la tubería que la conducía a la ciudad.

Abajo las luces de la ciudad se fueron encendiendo, se veían como pequeñas brasas rojas que brotaban de las casas y edificios, a medida que la luz solar les iba siendo esquiva; solo arriba sobre el horizonte resplandecían los últimos destellos solares, coloreando de amarillo y rojo el firmamento en medio de los nubarrones y abajo en la llanura reinaba la oscuridad.

Alegres por el placer que sentíamos al contemplar este espectáculo maravilloso, con la noche ya presente, descendimos y regresamos al hotel.

Al día siguiente navegaríamos por el Río Orinoco y sus alrededores.

por OMAR SALINAS HERNÁNDEZ
Picolorense