El martes 25 de enero nos fuimos a conocer el Río Bita. Llegamos temprano al muelle del Orinoco y abordamos una elegante y cómoda lancha techada, impulsada por un motor fuera de borda grande de doble hélice. “Mi esperanza” era el nombre de la lancha.

Contratamos el servicio de trasporte con alimentación, el lanchero llevó pescado y otros ingredientes para prepararnos el almuerzo en el río. Después de unos 10 minutos de navegación sobre el Orinoco aguas arriba, llegamos hasta la boca del Río Bita.

El lanchero disminuyó la velocidad y dirigió la lancha hacia la derecha, para dejar las aguas del Orinoco y entrar en la amplia boca del Bita. De repente sentimos que la lancha se estremeció y escuchamos debajo de nosotros un ruido, que provenía del roce brusco del casco de la lancha contra un fondo rocoso o arenoso y se detuvo súbitamente, este percance fue ocasionado por la escasa profundidad del río, debido a la época seca; el lanchero apagó el motor y con una palanca impulso la lancha para desencallarla y dirigirla hacia un canal más profundo para poder entrar en el río.

El lanchero encendió el motor y orientó la lancha con cautela aguas arriba. Desde la lancha en movimiento observamos que en la orilla derecha se elevaban terrazas planas de tierra blanca, que se precipitaban verticalmente sobre el río dejando solo una larga y estrecha playa, las terrazas continuaban hacia el interior formando sabanas cubiertas de un exuberante bosque de galería, y en la orilla derecha se expandían los playones de arena amarilla y oro, seguidos de un alargado y verde bosque de galería.

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Varias lanchas con pescadores surcaban el río, una se aproximó a la de nosotros y los dos lancheros se trabaron en un corto diálogo. Observamos varios pescadores sentados sobre el barranco, sosteniendo varas de pescar, esperando cobrar una pieza. Eran “pescadores deportivos”, que por esta época proliferan en los ríos de la Orinoquía, y el Río Bita es uno de sus preferidos, lo consideran un paraíso para practicar su actividad por lo tranquilo y seguro, además de la abundancia y diversidad de peces.

La pesca deportiva

La pesca deportiva es un renglón importante en la economía de la Orinoquía, en la que participan los lancheros, operadores y guías turísticos; además de los hoteles, restaurantes y empresas de aviación que atienden a los numerosos pescadores deportivos que proviene de diferentes partes del país.

Esta práctica tiene sus reglas para evitar que se convierta en una actividad extractivista y depredadora, y conserve su carácter deportivo recreativo, reglas que están claramente enunciadas como compromisos en un impreso publicado por la Fundación Orinoquía, que inicialmente da la bienvenida a los pescadores, y los invita “a disfrutar de una muy buena pesca en estos ríos majestuosos y ser protagonistas de la protección de nuestros recursos”, y en seguida enumera los compromisos:

1. No pescar con redes
2. No sacrificar los peces grandes
3. Practicar el CAPTURE Y LIBERE
4. Dejar el sitio del campamento y el río como si no hubiéramos estado allí
5. Usar siempre chalecos salvavidas

Remata diciendo: “Cuidemos estos tesoros naturales para encontrarlos intactos el próximo año cuando volvamos a gozar de la mejor pesca”. En el reverso del impreso se detallan las técnicas para “el capture y libere”, para liberar el pez sin hacerle daño, habiéndose tomado antes la fotografía del orgulloso pescador con el pez.

Gozando en el río

Continuamos navegando sobre las aguas azules y suavemente rizadas del Bita, bajo un techo celeste azul profundo, separado del río por los barrancos blancos, cubiertos de bosque a la derecha y los playones amarillos a la izquierda, hasta que tuvimos al frente una faja de tierra que cargaba un bosque verde y dividía el río en dos amplios brazos.

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El lanchero acercó la lancha a la orilla y desembarcamos en un playón de arenas amarillas y doradas. Sobre la parte alta del playón, estaba asentado un bosque que emergía de un suelo entre arenoso y gredoso, que formaba una barrera de árboles de troncos rectos y esbeltos en medio de algunos árboles grandes y palmeras; dentro del bosque revoloteaban y cantaban numerosos pájaros.

Nos quedamos en ese lugar para disfrutar el hermoso y placentero lugar que nos ofrecía la naturaleza. Entramos y nos sumergimos en las aguas limpias y cristalinas del río, en donde nos divertimos y vimos numeroso peces pequeños. Nos salimos del agua y caminamos por el inmenso playón que estaba limitado por una entrada de agua que lo separaba de un espeso bosque, el agua límpida lucía hermosos colores entre ocre y rojo que los tomaba de los minerales de su fondo somero. Efraín caminó por la playa, solitario, cabizbajo y meditabundo.

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Yo me dediqué a hacer fotografía al paisaje de sublime hermosura que nos ofrecía el río. Dejé la playa y entre en el bosque para fotografiar pajaritos, perseguí con mi cámara a un inquieto pajarillo de color gris que corría por el suelo, le hice varios disparos con mi cámara para capturarlo, cuando en un intervalo con la cámara quieta, escuché un sonido de un obturador semejante al de mi cámara, creí que había otro fotógrafo escondido entre los árboles, lo busque y no lo encontré, pero encontré el autor de los sonidos fotográficos: sobre una rama encima y frente a mí, estaba un pájaro grande de plumaje oscuro brillante y pico amarillo que me estaba mirando y emitía el cli cli del obturador, ese descubrimiento me causó una grata impresión y le hice varias fotos para agradecerle la perfecta imitación que me había regalado.

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Emisor del cli cli del obturador

Bajé a la orilla del río, vi a mis compañeros y compañeras divirtiéndose en el río, que se salieron cuando el lanchero anunció que ya estaba listo el almuerzo que había preparado con el pescado en un improvisado fogón hecho con las piedras redondas que abundaban en la orilla, y nos acercamos al improvisado comedor y comimos con ganas el sabroso almuerzo.

Después de almorzar decidimos finalizar nuestra visita paseo al Río Bita y nos llevamos guardada en nuestras mentes la memoria de su belleza natural intacta, que nos hará sentir el placer de vivir cada vez que brote su recuerdo.

El Río Bita, libre y protegido

El Río Bita es una maravilla, es el verdadero tesoro natural del Vichada y de Colombia, nace en la Primavera al Occidente del Vichada y recorre 510 kilómetros sobre la altillanura en dirección oriente, para desembocar en el Río Orinoco, después de alimentarse con 5.070 caños.

Desde el aire semeja una hermosa serpiente con su cuerpo entre azul oscuro y azul brillante, bordeado de filamentos dorados y verdes.

La biodiversidad del Río Bita

El Bita es considerado un tesoro por la gran biodiversidad que guarda y por su alto grado de conservación. Su gran biodiversidad de la cuenca se evidencia en: 1.474 especies de plantas, 254 de peces, 201 de aves, 63 de mamíferos, 3 de esponjas de agua dulce nunca vistas antes, 34 de escarabajos coprófagos, 87 de macroinvertebrados acuáticos, 11 de crustáceos decápodos entre camarones y cangrejos,19 de anfibios y 38 de reptiles.

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Este conocimiento es el resultado de la primera gran evaluación de las investigaciones realizadas por el Instituto Alexander Von Humboldt y la Fundación Omacha, con el apoyo de la Gobernación del Vichada.

Un río conservado

Su alto grado de conservación con un 95% de coberturas naturales intactas, 2.5% en procesos agrícolas y forestales, y un 3% de áreas urbanizadas, se puede considerar como el río de la vida y de mejor estado de conservación.

Este es un raro ejemplo de una cuenca hidrográfica que ha sido afectada al mínimo por la deforestación y el desarrollo humano, “Se conservan los sistemas de humedales clave, al igual que las sabanas inundables, los canales de desagüe y los ecosistemas de palma de moriche, los cuales albergan una gran variedad de peces y representan una vital fuente de ingresos para los habitantes locales”. (WWF).

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Su alto grado de conservación lo convierte en un espacio de migración para aves boreales, australes y neotropicales; hogar de jaguares, pumas, primates y dantas, delfines y de peces ornamentales; refugio de paso de fauna acuática en constante éxodo.

El Bita, el río protegido

El Bita es el primer y único río protegido del país. Es una figura inédita, que se estableció inicialmente como acuerdo social “no es un tema legal todavía y se concentrará sobre la base del conocimiento y la investigación científica para saber cómo nos va con las trasformaciones en ese territorio. El río es testigo; si este está sano, así estará el territorio” afirmó el subdirector científico del Instituto Humboldt, quien continúa afirmando que “en principio no será una medida vinculante sino voluntaria” después se formalizará.

El director de la Fundación Omacha explica que proteger el río “No se trata de excluir la actividad humana, la economía, ni la producción del territorio. Es la forma prudente de manejarlo” (esta afirmación se dio hacia el 2014).

Esta protección histórica del río es el resultado de los esfuerzos conjuntos de WWF Colombia y la alianza por el Río Bita, integrada por la fundación Omacha, el Instituto Humboldt, la gobernación del Vichada y el ministerio del medio Ambiente.

El 18 de julio de 2018 al final del gobierno de Juan Manuel Santos, el Ministerio del medio ambiente y desarrollo sostenible expidió el decreto 1235 “por el cual se adiciona una sección del decreto número 1076 de 2015 con el fin de designar al complejo de humedales de la cuenca del Río Bita para ser incluido en la lista de Humedales de importancia Internacional Ramsar, en cumplimiento de lo dispuesto en la ley 357 de 1997”.

Esta norma legal es una gran victoria debida al empeño de los científicos, de las comunidades locales y de los entes gubernamentales territoriales, que cuentan ya con este instrumento jurídico que va a respaldar su labor para continuar protegiendo el río y lograr que permanezca su conservación, y luchar para librarlo de las posibles amenazas que pueden atentar contra su conservación como: el desarrollo agroforestal, la construcción de infraestructuras y otras.

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El Río Bita es un río hermoso, salvaje y frágil, único en Colombia y en el mundo que los colombianos merecemos conservarlo, para que no sufra la fatal suerte de los demás ríos como El Magdalena, Cauca y casi todos los demás ríos de Colombia y del mundo que están siendo depredados, degradados y destruidos por una mal entendida e irracional explotación económica que solo beneficia a unos pocos y perjudica a la mayoría de sus habitantes.

REFERENCIAS

Nicolás Congote Gutiérrez. Este sábado se firma alianza para proteger al río Bita. Disponible en El Tiempo.

Río Bita: fragilidad salvaje. Disponible en Revista SEMANA. Disponible en Especiales Semana.

Adriano Gambarini. El río Bita de Colombia, que fluye libremente, obtiene protección internacional. Disponible en WWF Brasil.

Decreto 1235 del 2018, Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia.

por OMAR SALINAS HERNÁNDEZ
Picolorense