Después de disfrutar el campamento de selva, pasamos a San Martín de Amacayacu, un pequeño poblado en donde se asienta la comunidad ticuna.
El caserío está construido sobre un terreno ondulado y despejado en medio de la selva. Su suelo estaba revestido de pasto, por donde deambulaban patos y gallinas.
La entrada desde el río es una amplia grama, con una fila, a la derecha, de postes de concreto que conducen el tendido eléctrico y a lado y lado se levantan las viviendas construidas con tablas de madera y techos de hojas de palma y de zinc.
Llegamos a la casa del guía Jairo, en donde nos alojamos. Nos recibieron sus niños: una niña y un niño rozagantes, el niño tenía abrazado un hermoso gato negro que tenía sus ojos amarillos con sus iris verdes, bien abiertos.
Sobre la pared estaba fijado un cartel con letras dibujadas con color que decía:
Bienvenidos a la familia Vargas
Jairo Vargas
Ismenia Vargas
Sandra Norbelli Vargas
Jaider Esteban Vargas
Yuri Paloma Vargas
Jairo me llamó para mostrarme lo que estaba sucediendo en una vivienda, ubicada abajo en una hondonada, desde la sala de la casa, apoyados en la baranda, vimos que en la cocina abierta, una señora estaba arrancándole los pelos rojos a un mono grande, con la intención de cocinarlo para comérselo.
Esta escena me impresionó y le dije a Jairo: ¡cómo se comen los monos, van acabar con ellos! y Jairo me respondió: no se van acabar porque hay muchos y continuó explicándome que la única fuente de proteína, para ellos, eran los animales de la selva, por la usencia de ganadería.
Ellos eran cazadores por tradición, la cacería era una actividad económica ancestral y la practicaban por necesidad para la subsistencia de la comunidad.
Los que cazaban con el fin de comerciar la carne de los animales y enriquecerse, son los que hacen más daño, porque cazan en exceso.
RECONOCIMIENTO DEL PUEBLO
Salimos a reconocer el pueblo, guiados por Jairo. Mientras caminábamos fuimos observando y descubrimos lo siguiente:
Las casas estaban esparcidas y separadas, en cada una habitaba una familia, había casas hasta de dos plantas bien construidas.
La casa comunitaria, una construcción abierta y alta, con techo doble de hojas de palma, su suelo estaba pavimentado; sobre el piso ardía un fogón de leña, armado con ladrillos y varillas de hierro recortadas, sobre la que se asaba un trozo grande de caimán negro, un costillar con hueso y carne gorda.
Una cancha de básquetbol pavimentada con una gradería de madera; el templo católico, construido con paredes de tablas pintadas de azul, techo metálico; la torre del campanario rematado con un techo metálico cilíndrico y levantado sobre postes de madera, levantados delante de la fachada de tal manera que formaban el pórtico del atrio.
El centro educativo comunitario, una casa palafítica, grande y alargada, con techo de zinc, construida en un terreno bajo, antecedida por jardín.
El jardín infantil comunitario a cargo del ICBF.
Nos encontramos con un grupo de 4 jóvenes en la puerta de una casa, descalzos, vestidos con camisetas de colores y de aspecto serio.
El acueducto, un tanque grande elevado, levantado sobre una estructura de concreto y el cementerio con sus cruces que emergían entre gramíneas y cañas florecidas.
LA CHAGRA
El recorrido lo terminamos en la chagra, una parcela cultivada, perteneciente a la suegra de Jairo. Era una parcela abierta en medio de la selva, asignada por la autoridad del resguardo, en usufructo, para que la familia cultive: maíz, yuca, plátano, ají y frutales para su sustento.
Rotación de la chagra
La chagra estaba dividida en 5 lotes iguales. En el primero se siembra en un día de minga, ese día el dueño invita a los miembros más allegados de la comunidad, para removerle la tierra y sembrar, esta actividad la hacen con jolgorio, tomando chicha de chontaduro.
En la chagra se rotan los 5 lotes cada año, el primer lote se cultiva el primer año y se deja descansar, y se pasa a cultivar el segundo lote por otro año y luego se deja descansar, así se continúa con la rotación de los demás lotes; cuando ya se han rotado los 5 lotes, en el sexto año se vuelve a cultivar en el primero y a repetir la rotación.
Esta es una sabia práctica de agricultura ancestral para evitar el agotamiento del suelo y darle la oportunidad de reponerse.
La cerbatana como instrumento de caza
Finalizamos la visita a la chagra con un curso rápido de cerbatana ofrecido por don Pedro. La cerbatana utilizada era un canuto o vara hueca de madera sólida, con 1.50 metros de largo, en la que se introduce en el extremo inferior un dardo o una pequeña flecha y se sopla con fuerza para expulsarla, dirigiéndola a un blanco determinado.
La cerbatana es un instrumento de caza ancestral, la pequeña punta de la flecha la impregnan de curare un veneno para cazar eficazmente sus presas.
Seguimos atentamente las instrucciones del maestro, después de varios ensayos y errores aprendimos a manejarla, hasta lograr acertar con la flecha en el blanco escogido.
LA NOCHE EN LA CASA DE JAIRO, LOS NIÑOS Y LA TELEVISIÓN
Cenamos en la casa de Jairo. Ya de noche, gracias a la electricidad, tenían y usaban electrodomésticos, entre ellos la televisión, los niños la encendieron y pusieron su programa favorito, pero lo vieron sin volumen: los power rangers.
Inmediatamente llegaron 8 niños pequeños y se acomodaron frente al televisor y fueron llegando más niños de diferentes edades, hasta que ocuparon toda la sala, fijaron su atención en las imágenes que el televisor pasaba, hasta el final del programa, que duró cerca de una hora y se fueron para sus casas.
Armamos nuestras hamacas en la sala de la casa y nos acostamos, para madrugar al otro día para viajar a Marasha.
por OMAR SALINAS HERNÁNDEZ
Picolorense