Nuestra meta desde que estábamos niños era realizar la Travesía del Alto de la Línea que inicia en Calarcá departamento del Quindío y termina en Cajamarca departamento del Tolima, una ruta de aventura, travesía por en medio de grandes tracto mulas, gigantescos buses y rápidos y veloces vehículos.

DÍA 1 – TRAVESÍA DEL ALTO DE LA LÍNEA

Inicio de la aventura

Nos esperaban 26 km de ascenso y 26 km de descenso, cargados con 10 kilos de peso en nuestra espalda, chaqueta para el frío, impermeables, sleeping, comida para tres, cuatro o cinco días; encontrábamos trochas y caminos que nos sacaban del estrés y bullicio de la carretera hacia empinados caminos llenos de bosques y verdes prados de pastoreo.

Inicié nuestra ruta de aventura con Rafael, mi hermano menor; la meta era caminar 15 ó 18 kilómetros diarios, hasta que el reloj marcara las 4.00 de la tarde, a partir de ese momento empezábamos a buscar alojamiento. Cualquier rincón de una finca nos serviría de refugio para pasar la noche y estirar las piernas, teniendo mucha suerte al encontrar apoyo en fincas como la del primer día en el kilómetro 17, gente de campo, cordial, agradable, realmente lo que se pagaba no compensaba con sus innumerables atenciones.


DÍA 2 – TRAVESÍA DEL ALTO DE LA LÍNEA

Intercambio con campesinos

En nuestro segundo día, faltaban 8 km de ascenso para coronar el tan soñado Alto de la Línea. Fue un ascenso fuerte, en el que la neblina nos cubrió.

Las jornadas en la finca inician a las 4.30 de la mañana, donde se levantan para ir al ordeño. Hace frío, pero con una taza de café servido por las manos frágiles de Estefanía, nos daba ánimo para seguir. Después de “acicalarnos”, en buen término nos llaman para tomar un suculento desayuno: caldo, arroz con huevos revueltos, arepa y tajadas, buena energía para seguir.

Tomamos algunas fotos, departimos con don Julio, padre de Estefanía, y con su esposo, quienes llegaban del ordeño sobre las 8 de la mañana. A nuestro paso por las fincas encontrábamos ventas de frutas, como la finca La Jamaica, nos deteníamos por espacio de media hora para tomar nuestro almuerzo, descansar un poco, estirar piernas y observar el maravilloso paisaje que nos acompañaba.


Muchas fueron las pequeñas cascadas y caídas de agua donde solíamos refrescar nuestra cabeza y nuestra cara; compartíamos con algunos de los campesinos de la zona quienes nos indicaban algunos senderos y trochas; disfrutábamos de senderos de bosques, a pesar de ver tanta basura en estas zonas, muy triste. El último ascenso al Alto de la Línea fue duro, nos sacaba el aire, un cerro de 500 m aproximadamente, al lado de una finca de pastoreo, donde abundaban los grandes huecos hechos por el ganado.

Por fin llegamos y coronamos el Alto la Línea, con una gran valla homenaje a Nairo Quintana unos metros antes de la meta. Un día esplendoroso, estábamos preparados para un frío intenso y una espesa neblina, pero no, era un día soleado y de hermosos paisajes, a 3.200 msnm.

Después de tomar una deliciosa agua panela con queso, y compartir experiencias con algunos de los muchos ciclistas que hacen esta ruta, iniciamos nuestro descenso. El punto máximo de altura nos indica que nos encontramos con un pie en el departamento del Quindío y otro pie en el departamento del Tolima.

DÍA 3 – TRAVESÍA DEL ALTO DE LA LÍNEA

Llegada a Cajamarca

La segunda noche la pasamos en “Patio Bonito”, un pequeño hostal para camioneros, que más parecía “Patio Feito”, ahí descansamos mientras afuera llovía. Llovió toda la noche, y las aguas del Río Bermellón se tornaron turbulentas, las pudimos observar desde la pequeña ventana.

Después de tomar el desayuno y compartir con algunos jóvenes que venían en carros y tracto mulas desde el Ecuador, iniciamos nuestro último tramo en medio de llovizna, pero felices de lograr nuestra meta.

En este tramo es difícil encontrar trochas o caminos para evadir los pasos de carretera. Empezamos a observar los grandes cultivos de maíz, tomate de árbol, higuerilla, zanahoria, arracacha, frijol y otros cultivos importantes de la región, por eso su título de “Cajamarca, la despensa agrícola de Colombia”.


Observamos con alegría las grandes obras de ingeniería, túneles, puentes de los viaductos, pero a la vez con tristeza observar obras de muchos años atrás, túneles y puentes que están tapados por la maleza, malas obras diseñadas, pagadas del bolsillo de los colombianos.

Un sol inclemente de invierno empezaba a calentar el ambiente y el pavimento, largo se nos hizo desde que observamos el aviso de llegada a Cajamarca. Cómo olvidar el famoso estadero “La Paloma” 83 años de tradición, ya se observaban las Torres de la Iglesia San Miguel Arcángel y parte del pueblo de Cajamarca.

Llegamos a la primera fuente de soda donde prácticamente ya estábamos en el pueblo, y nos deleitamos con una deliciosa cerveza helada. Era gratificante sentir que habíamos cumplido nuestra meta. Atrás quedaron nuestras huellas y el ánimo de emprender una nueva ruta.

LA BELLEZA DEL PAISAJE Y SUS CONTRASTE EN LA TRAVESÍA DEL ALTO DE LA LÍNEA

Son innumerables los tipos de paisaje que pudimos observar en nuestra travesía del Alto de la Línea, desde la imponente araucaria que nos despide en Calarcá, pasando por extensos y espesos bosques de pinos, la densa neblina que por instantes nos cobijaba, pero que no pudimos observar a nuestra llegada al Alto de la Línea, los cambios climáticos, el deshielo de los nevados, la desintegración de la capa de ozono por la contaminación del medio ambiente, en fin, incontable serán las razones de los cambios ambientales.

Pero llegar al Alto de la Línea no es por llegar, es un nuevo reto, es tomar la foto de rigor bajo ese cielo azul, despejado total, espectacular que nos recibió.

Son muchas las fincas ganaderas, aquí todavía no desparece el tradicional ordeño y leche en cantinas (por cierto deliciosa, recién ordeñada), el pastoreo de cabras y en la parte baja ya sobre territorio de Cajamarca, los extensos cultivos de frijol rojo, cargamanto, arracacha, cebolla, maíz, mora, curubo, por ende su título: “Cajamarca, la despensa agrícola de Colombia”.


Y qué decir de las caídas de agua durante toda Travesía del Alto de la Línea, algunas se desprendían de grandes rocas, otras pequeñas que formaban riachuelos. El Río Bermellón que baja desde lo alto de Calarcá y el Anaime que se unen para formar el Río Coello. El Río Anaime y sus alrededores está convertido en un basurero; baja cargado de miles de desperdicios, malos olores y se observan grandes aves de rapiña, así nos lo precisó uno de los ingenieros a cargo de una de las majestuosas obras de los viaductos, también nos explicó cómo han desviado el curso del río para atravesar la montaña y facilitar algunas de ellas, como donde estuvimos parados.

CURIOSIDADES EN LA TRAVESÍA DEL ALTO LA LÍNEA

Un gran resplandor aparece sobre mi cabeza, efectos de cámara, o un Ángel que me protege.

Son muchas las cosas curiosas que pudimos encontrar durante nuestra Travesía del Alto de la Línea, como el Museo de Antigüedades a borde de carretera donde encontramos cuadros de la última cena, imágenes de santos, retratos, ollas, máquinas de coser “La negrita Singer” y hasta la popular “mica” o “bacenilla” de nuestros abuelos, al pasar nosotros no observamos compradores, sin embargo algún curioso debe parar.

Más adelante encontramos un gigantesco monumento del Señor de los Milagros de Buga. Creemos que fue construido por algún devoto, los campesinos de la región no tienen claro al explicar, alguno añadió que ahí en ese punto pasó un accidente hacía varios años, en fin, es el Milagroso de Buga quien acompañará a quienes lo invoquen en este trayecto de vía.

Y la mula real, la que arrea el campesino para el transporte de las cantinas de leche y sus mercados, y las gigantescas mulas que transitan por esta vía llevando las mercancías, vehículos, maquinaria pesada, y todo lo que se mueve en el comercio del país.

Y la hora del accidente, una de esas gigantes mulas se volcó en la vía dejando un gran furgón que tuvieron que levantar entre tres grúas. La vía estuvo cerrada desde las 6 de la tarde del día anterior, casi hasta pasado del medio día, nosotros pasamos y pudimos captar el proceso y esfuerzo para levantar este gran furgón, el trancón por razones obvias, gigante.


A la entrada ya en el pueblo de Cajamarca, finalizando nuestra Travesía del Alto de la Línea, encontramos hermosas curiosidades, mulas de madera, de todos los estilos, son elaboradas por un artesano de la región.

En una de las esquinas del pueblo nos llamó mucho la atención este trabajo colectivo donde no se discrimina a nadie, trabajan niños, jóvenes, adultos, y gente mayor en la escogencia y separación de los granos de frijol para ser empacadas de la mejor calidad.

En el parque del pueblo un monumento a los policías y soldados caídos, pero con recuadros para sus fotos vacíos, obra nueva pero inconclusa. El otro monumento en el parque al frente de la Iglesia, es una gran escultura en honor al “Loco” Pedro César García Moreno, quien era un minero del pueblo que luchaba por sus ideales ambientalistas.

Ya en Cajamarca, bajando del Cerro de la Virgen nos hemos encontrado una humilde vivienda en esterilla, pero con la súper antena de Directv.

Es de admirar las grandes obras de ingeniería que han realizado a lo largo de estos 52 km, los cuales serán reducidos en cuanto termine esta gigantesca obra que constará de un túnel de aproximadamente 8 km. Posiblemente eran nuestros sueños cuando de niños viajábamos por estas carreteras e ingenuamente le decíamos a mi padre ¿Por qué no unirán esta curva con aquella otra? Así es como los sueños se hacen realidad poco a poco, desde donde podemos observar la belleza de las montañas y la profundidad del abismo.

por MARTHA INÉS GÓMEZ
Picolorense