Una hoja llamó nuestra atención por la manera como describía al Cacique Jamundí. Nos concentramos tanto en el contenido, que olvidamos tomar la fuente del libro que la contiene.

Te compartimos aquella descripción que nos obnubiló. Prometemos ubicar la fuente.

QUIÉN NO ERA EL CACIQUE JAMUNDÍ

Con todo y su posición privilegiada, el cacique no era una divinidad encarnada, como el Faraón egipcio; tampoco era un todopoderoso tirano griego; ni mucho menos un príncipe medieval.

No era propietario de la tierra, ni de las fuentes de agua, de sal o de las vetas de oro, ni de los medios de producción.

QUIÉN ERA EL CACIQUE JAMUNDÍ

Poseía autoridad pero no poder; no se regía por caprichos o por los devaneos de su voluntad.

Era un miembro del grupo en quien la comunidad había depositado la confianza para asumir una gran responsabilidad.

EL CACIQUE JAMUNDÍ PUDO SER MÁS, QUE UN PODEROSO HOMBRE DE BATALLA

En el caso del cacique Jamundí, es habitual pensar en él como un poderoso hombre de batalla, como una idealizada figura mítica con ribetes de héroe cinematográfico.

Pero también es pertinente perfilar su imagen en una dimensión más amplia e integral:

  • Dirigiendo las labores de pesca
  • Coordinando el proceso de almacenamiento del maíz
  • Presidiendo los rituales religiosos


EL CACIQUE JAMUNDÍ ERA UN ESTANDARTE DE IDENTIDAD

Encarnaba las cualidades de su pueblo

Las joyas que ostentaba, más que una exhibición de opulencia personal, eran un símbolo de la riqueza de su comunidad.

Mientras que su fuerza física y ferocidad en batalla eran un reflejo de la propia fortaleza de todos los jamundíes.

La ilustración del Cacique Jamundí la tomamos de elbajopalace.co