¿Por qué el nombre Farallón?
La palabra Farallón con la que designamos hoy a los Farallones de Cali, esta majestuosa y sobrecogedora obra de la naturaleza, proviene de la palabra italiana faraglione que se originó en la griega pharos, nombre que le daban a las hogueras que se encendían en las noches sobre las columnas de rocas que sobresalían en el mar, en las islas o en las costas del mar egeo para guiar a las naves y así evitar que encallaran, en la época de las talasocracias (Thalassa: mar y kratos: poder) como las antiguas civilizaciones Minoica, ateniense y Fenicia que basaban su poderío en el dominio de los mares; así la palabra farallón se refirió antiguamente a las altas columnas de roca que sobresalían en el mar o en las costas.
Hoy los geólogos utilizan la palabra farallón para nombrar a las gigantescas masas de rocas que han emergido desde las profundidades de la tierra, introduciéndose como cuñas entre los pliegues montañosos, sobrepasándolos, como en el caso de los Farallones de Cali.
Formación de los Farallones de Cali
¿Y cómo nacieron la cordillera, los farallones y el valle? El origen de las cordilleras y de los farallones lo han explicado los geólogos mediante las modernas teorías de la deriva continental y la tectónica de placas.
Deriva continental
El meteorólogo y geofísico alemán, Alfred Wegener, afirmó que los continentes descansan sobre una capa plástica de la tierra y se mueven cruzando la corteza oceánica a la «deriva», alejándose o acercándose unos respecto de otros.
Tectónica de placas
Esta teoría considera que la litósfera (capa rocosa que envuelve la parte sólida de la tierra) está dividida en varios grandes segmentos relativamente estables de roca rígida, denominados placas, que se extienden por el globo como caparazones curvos sobre una esfera. Existen 7 grandes placas. Estas placas están en constante movimiento (se desplazan), separándose unas de otras o chocando entre ellas, de ahí, que los bordes de las placas sean zonas de grandes cambios en la corteza terrestre.
Desplazamiento de placas tectónicas
La placa oceánica de Nazca (parte de la corteza terrestre que sostiene el Océano Pacífico) se mueve en dirección este (a una velocidad de 9 centímetros por año), chocando con la placa Suramericana, que se mueve en dirección contraria, hacia el Oeste. Debido a que la placa de Nazca es más delgada y densa, en contraste con la placa Suramericana, más gruesa y menos densa, la litósfera de la placa de Nazca se curvó hacia abajo hundiéndose bajo el continente y generó acumulaciones de magma, luego de fundirse (subducción).
Estos desplazamientos de las placas tectónicas produjeron el levantamiento de los sedimentos acumulados en el fondo marino y su plegamiento sobre el borde del continente, formando las cadenas montañosas de la cordillera de los Andes, entre ellas las cordilleras Occidental y Central, que originalmente eran una sola.
División de la cordillera original
Posteriormente la cordillera original se escindió: dos bloques se hundieron, formando 2 fosas: la del Patía al sur y la del Cauca al norte, separadas por el peniplano de Popayán, que separaron las cordilleras Occidental y Central; la fosa del Cauca se colmó de agua y de sedimentos que provenientes de los escurrimientos de las cordilleras, formaron un gran lago que luego se drenó, aprovechando una grieta en el macizo antioqueño y así se formaron el cañón y el valle del rio Cauca. Este fenómeno ocurrió hace 600 y 150 millones de años, entre las eras Paleozoica y Terciaria.
Emergen los Farallones de Cali
Los Farallones de Cali emergieron posteriormente como un tumor «benigno», desde los depósitos profundos de magma, situados debajo del continente: minerales fundidos e incandescentes que se introdujeron por las fisuras de la cordillera Occidental y se elevaron hasta superar el plegamiento montañoso, y que al contacto con el aire se enfriaron y cristalizaron convirtiéndose en rocas graníticas. Este fenómeno ocurrió entre los períodos Jurásico, hace 199.5 millones de años y Cretáceo, hace 144 millones de años.
Los Farallones de Cali son montañas juveniles, altivas y agrestes en comparación con las seniles, bajas y de formas suaves. Mientras las profundas fuerzas telúricas tienden a elevarlos, las fuerzas externas de los meteoros tienden a rebajarlos: la variación de la temperatura dilata y contrae el alma de sus potentes rocas, agrietándolas; el agua en sus diversas condiciones: humedad, lluvia, granizo, agua en escurrimiento y depositada: humedecen, disuelven y disgregan lentamente las duras rocas; el viento junto con las corrientes de agua transportan grano a grano las rocas desintegradas y los van depositando en el mismo lugar o en sitios más bajos, formando someros suelos en donde florecen la vida vegetal y animal.
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por OMAR SALINAS HERNÁNDEZ
Ex profesor de Ciencias Sociales