Corría el año 2009, llevaba 3 años visitando los Farallones de Cali, ya tenía algo de experiencia en terreno farallonero con Pico de Loro y Pico Pance, cuando regresando de la Montaña, en el volco de una camioneta, un viejito contó que se había atravesado los Farallones de Cali por todo su filo, entrando por Peñas Blancas y terminando en Pueblo Pance, aventajando por un día a un tigre mariposa al que escuchaba rugir; estaba hablando de La Travesía Farallones de Cali, convirtiéndose desde ese momento en un sueño que me desveló.

En Agosto de ese año, me siguieron la cuerda de hacer la ruta, cuatro compañeros de trabajo, cuando todavía me desempeñaba como Ingeniero de Sistemas; Luisever y Chalo tenían experiencia en Montañismo y Escalada, Edwin y Carlos se motivaron con la idea y allá estaban, sin saber para dónde iban.

Planeando la Travesía

El plan de hacer esta ruta se materializó cuando Chalo me dijo que la había hecho, pero no se acordaba de cómo llegar al Alto del Buey, punto de llegada de la primera jornada. Con Santiago habíamos estado en repetidas ocasiones en el Alto del Buey, así que tenía muy fresco ese recorrido, por lo que le propuse a Chalo llevar al grupo hasta ahí, y que él continuara en adelante liderando. Así hicimos, cruzamos el Alto del Buey, tomamos el filo de los Farallones de Cali, pasaron dos días en los que la Montaña nos mostraba los mejores paisajes, cuando Chalo dice una frase célebre que quedó tatuada en mi memoria:

Parce, he hablado tanto de la Travesía Farallones de Cali,
que no estoy seguro de haberla hecho, creo que me la soñé

Estábamos monte adentro 3 días sin saber en qué parte de la ruta estábamos, ¿qué hacemos Luisever? Sigamos hermano, no hay pierde, Cali siempre a la izquierda y el Océano Pacífico a la derecha, eso no se va a mover, sigamos hasta Pico Pance; no se diga más, ¡SIGAMOS!

Esa noche la pasamos en un campamento que bautizamos Las Nalgas, pues estábamos frente a dos Montañas con aquella forma prominente.

Travesía Farallones de Cali Campamento Las Nalgas

Campamento Las Nalgas


Al día siguiente continuamos con un Chalo no muy convencido, que antes de arrancar la jornada dijo: «Que las ganas de llegar no nos nublen el buen sentido».

Travesía Farallones de Cali, se camina con cuidado

Pasamos dos pasos críticos en la ruta, de muchísimo cuidado. El primero es bajar entre raíces al lado de una peña amarilla hermosa, hermosísima, a la que le pega la neblina y el hueco pareciera no tener fin. Enseguida de ese paso salimos a un mirador que casi no tiene piso, por el que hay que caminar muy despacio para evitar que la maleta pegue y te bote hacia el frente. Así, llegamos a un cuello de Montaña, en donde el camino se pierde.

Lesión de Luisever

Me había adelantado un poco con Luisever quien estaba tan contento por unas botas que no se resbalan, que empezó a mostrarme lo buenas que eran. “Reno mirá, no se resbalan” mientras le pegaba a la roca mojada en la que estaba parado. Fue entonces cuando en una de sus demostraciones mandó tan fuerte el pie, que quedó con los dos pies en el aire y con un morral de 15 kilos en su espalda; al caer su reacción fue poner la mano izquierda, todo su peso más el del morral en una sola mano resultó en un codo afuera, se lo había zafado.

Luisever es muy fuerte mentalmente, y lo que hizo inmediatamente fue acomodarse el codo, él solito, impresionante, como lo fue el grito de alivio cuando lo logró.

Búsqueda de alternativas y solución

Con un lesionado y sin saber en qué parte estábamos, era el momento de pensar con claridad. Inmovilizamos el brazo afectado de Luisever con un pedazo de aislante y le quitamos peso a su morral que lo repartimos entre los otros cuatro; luego buscamos dónde pasar la noche, armamos campamento y analizamos por dónde podíamos regresar, claramente por donde llegamos no era una opción, era muy arriesgado ascender hasta el mirador sin piso y ahí trepar por las raíces, la alternativa más clara fue un paso entre matorrales que le daba la vuelta a la montaña y nos ponía de nuevo frente a Las Nalgas, y eso hicimos a la mañana siguiente del accidente.

Tras dos horas abriendo paso entre matorrales, llegamos donde queríamos y continuamos un regreso más tranquilo. Dos días después nos encontrábamos de nuevo en el lugar de inicio a salvo, rememorando tremenda experiencia de 7 días en los Farallones de Cali.

A los siete meses volvería a intentarlo, y aquella vez los cruzamos, lee la historia en Travesía Farallones de Cali.

Travesía Farallones de Cali Picoloro Ecoturismo

Carlos, Edwin, Reno, Luisever y Chalo


por RENÉ ALEJANDRO HUERTAS CAICEDO
Picolorense